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La Derrota escribió el día 18/02/2008 a las 19:16
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ANEXO al 24.02.08
El tito La Derrota se apunta un gallifante, ya que el día 29 de enero del presente año colgó un mensaje llamado:

Ideas para próximos artículos del Semanal:
http://www.icorso.com/foro/mensaje.php?a=21038&b=24&c=1

En el que se hacía referencia única a la noticia que comenta en el artículo de esta semana el señor T.


La señora Rafaela Pastor aparece aquí junto a otra "amiga " de don Arturo, la señora Soledad Ruiz, y de su hija a la derecha, coordinadora de la revista que se presenta:
http://www.andaluciajunta.es/aj-not-.html?idNot=130667&idCanal=214443



Hoy voy a trabajar poco. Voy a vivir de rentas. Del ANEXO al artículo, también de pasada comentado hoy, sobre la redacción del Estatuto de Andalucía. El artículo decía:


PATENTE DE CORSO 19.03.06 - La osadía de la ignorancia
Una comisión del parlamento andaluz a la que se encomendó revisar el «lenguaje sexista» de los documentos de allí, se ha dirigido a la Real Academia Española solicitando un informe sobre la corrección de los desdoblamientos tipo «diputados y diputadas, padres y madres, niños y niñas, funcionarios y funcionarias», etcétera. Como suele –recibe cinco mil consultas mensuales de todo el mundo–, la RAE respondió puntualizando que tales piruetas lingüísticas son innecesarias; y que, pese al deseo de ciertos colectivos de presentar la lengua como rehén histórico del machismo social, el uso genérico del masculino gramatical tiene que ver con el criterio básico de cualquier lengua: economía y simplificación. O sea, obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible, no diciendo con cuatro palabras lo que puede resumirse en dos. Ésa es la razón de que, en los sustantivos que designan seres animados, el uso masculino designe también a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. Si decimos los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales o en mi barrio hay muchos gatos, de las referencias no quedan excluidas, obviamente, ni las mujeres prehistóricas ni las gatas.
Aún se detalló más en la respuesta de la RAE: que precisamente la oposición de sexos, cuando se utiliza, permite destacar diferencias concretas. Usarla de forma indiscriminada, como proponen las feministas radicales, quitaría sentido a esa variante cuando de verdad hace falta. Por ejemplo, para dejar claro que la proporción de alumnos y alumnas se ha invertido, o que en una actividad deportiva deben participar por igual los alumnos y las alumnas. La pérdida de tales matices por causa de factores sociopolíticos y no lingüísticos, y el empleo de circunloquios y sustituciones inadecuadas, resulta empobrecedor, artificioso y ridículo: diputados y diputadas electos y electas en vez de diputados electos, o llevaré a los niños y niñas al colegio o llevaré a nuestra descendencia al colegio en vez de llevaré a los putos niños al colegio. Por ejemplo.
Pero todo eso, que es razonable y figura en la respuesta de la Real Academia, no coincide con los deseos e intenciones de la directora del Instituto Andaluz de la Mujer, doña Soledad Ruiz. Al conocer el informe, la señora Ruiz se quejó amarga y públicamente. Lo que hace la RAE, dijo, es «invisibilizar a las mujeres, en un lenguaje tan rico como el español, que tiene masculino y femenino». Luego no se fumó un puro, supongo, porque lo de fumar no es políticamente correcto. Pero da igual. Aparte de subrayar la simpleza del argumento, y también la osada creación, por cuenta y riesgo de la señora Ruiz, del verbo «invisibilizar» –la estupidez aliada con la ignorancia tienen huevos para todo, y valga la metáfora machista–, creo que la cosa merece una puntualización. O varias.
Alguien debería decirles a ciertas feministas contumaces, incluso a las que hay en el Gobierno de la Nación o en la Junta de Andalucía, que están mal acostumbradas. La Real Academia no es una institución improvisada en dos días, que necesite los votos de las minorías y la demagogia fácil para aguantar una legislatura. La RAE tampoco es La Moncloa, donde bastan unos chillidos histéricos en el momento oportuno para que el presidente del Gobierno y el ministro de Justicia cambien, en alarde de demagogia oportunista, el título de una ley de violencia contra la mujer o de violencia doméstica por esa idiotez de violencia de género sin que se les caiga la cara de vergüenza. La lengua española, desde Homero, Séneca o Ben Cuzmán hasta Cela y Delibes, pasando por Berceo, Cervantes, Quevedo o Valle Inclán, no es algo que se improvise o se cambie en cuatro años, sino un largo proceso cultural cuajado durante siglos, donde ningún imbécil analfabeto –o analfabeta– tiene nada que decir al hilo de intereses políticos coyunturales. La RAE, concertada con otras veintiuna academias hermanas, es una institución independiente, nobilísima y respetada en todo el mundo: gestiona y mantiene viva, eficaz y común, una lengua extraordinaria, culta, hablada por cuatrocientos millones de personas. Esa tarea dura ya casi trescientos años, y nunca estuvo sometida a la estrategia política del capullo de turno; ni siquiera durante el franquismo, cuando los académicos se negaron a privar de sus sillones a los compañeros republicanos en el exilio. Así que por una vez, sin que sirva de precedente, permitan que este artículo lo firme hoy Arturo Pérez-Reverte. De la Real Academia Española.




El ANEXO a este artículo comenta todo sobre el asunto:


La noticia apareció en ABC Sevilla (Sevilla, Andalucía, España) Jueves, 23 de febrero del 2006 y según Europa Press:
http://www.europapress.es/europa2003/noticia.aspx?cod=20060222123940&tabID=1&ch=71



Doña Soledad Ruíz, directora del Instituto Andaluz de la Mujer



En las pasadas, del 2003, "PRIMERAS JORNADAS LÉSBICAS DE LA FELGT “Quiero ser lesbiana”, cuando doña Soledad era solamente cargo sindical -alto, desde luego- hizo una comunicación con estos contenidos:

VISIBILIDAD
Soledad Ruiz. “El papel de los sindicatos en la visibilidad”
Se intenta responder a algunas cuestiones a lo largo de la ponencia:
¿Qué hacen los sindicatos por la visibilidad? Es un tema que se tiene que trabajar desde los sindicatos porque éstos son para todos/as y afecta a la convivencia y la pluralidad.
¿La homosexualidad es un tema sindical? Sí puesto que el sindicato lucha en contra de la discriminación y la marginación social.
¿Qué imagen o percepción se tiene sobre los sindicatos? Masculina, heterosexual, sin representación de minorías sociales. Actualmente es más heterogénea, con la incorporación de mujeres y minorías étnicas.
Invisibilidad de gays y lesbianas: la persona que se tiene que expresar lo hace, pero la sexualidad se trata en corrillos, hay un cierto recelo a expresarlo de forma pública. Es rarísimo encontrar alguien con lenguaje homófobo. Es un lenguaje más masculino, pero dentro de lo políticamente correcto. No se está comprometido con el movimiento gay lésbico ni feminista. La homosexualidad se acepta y se comparte, ha habido altos cargos de dirección gays. No ha incomodado su manifestación pública de homosexualidad.
UGT está comprometida con el movimiento (folletos) y con la mujer especialmente por su doble discriminación, en el mercado de trabajo y como lesbiana (la mayoría lo oculta por miedo a la discriminación laboral, a traslados, despidos, acosos, etc). El sindicato quiere cambiar esta realidad, hacerlo inclusivo desde 1998 que tuvo lugar en Amsterdam el congreso de Sindicatos, homosexualidad y trabajo. Para ello tiene en cuenta dos puntos: - Reconocer que la discriminación existe. Responsabilizarse de hacerle frente, ocurra donde ocurra.
- Cambio de actitud, implicación de los dirigentes.
- Visibilidad: poner la cara de UGT en el Día del Orgullo en una pancarta visible.

Completo el documento en:
http://www.e-leusis.net/ficheros/documentos/Jornadas-felgt-resumen-alicante.pdf


FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) http://www.felgt.org/webportal/

Un interesante y documentado estudio de la utilización de la expresión "violencia de género":
http://www.ucm.es/info/especulo/cajetin/generob.html


Artículos y extractos de don Arturo sobre al tema:
Pre-Academia:
Cambio de canal, y encuentro a don Julio Anguita, siempre tan políticamente correcto y tan recto de miras, dirigiéndose a los compañeros y compañeras en flagrante asesinato del uso lógico de los géneros en la lengua castellana, a fin de que nadie lo acuse, supongo, de sexista. (Eso me lleva, por cierto, a recordar, que después de haber impuesto socialmente términos como ministra, o jueza, masculinizando por el morro lo que a pesar de su justificación latina en el primer caso , siempre fueron términos de aceptado uso neutro como ministro, juez, etcétera, ya va siendo hora de que seamos consecuentes con nuestra propia estupidez y adoptemos también los términos políticamente correctos de caba, sargenta, pilota, o albañila, por ejemplo, que tan feliz harían a la ex ministra Cristina Alberdi, notoria paladín de la cosa).
La cultura de la presunta química - 9 de febrero de 1997


Clientes y clientas - 02 de abril de 2000
El otro día me saltó a la cara un titular de prensa que me hizo rechinar los dientes, hasta el punto de que todavía tengo flojo algún empaste: Prueba la inocencia de su clienta. Al principio pensé escribir algo descojonándome pasando mucho del qué dirían las erizas, o la hija feminista del notario de Pamplona cada uno lleva su cruz, colega, o el redactor anónimo del libro de estilo que impone tanta soplapollez en la que casi nadie cree de verdad, pero que todo cristo, por aquello del qué dirán practica fervoroso. Pero la carne es débil, y por muy chuleta que madrugue algunos días, y por mucho que mi vecino el rey de la isla de Redonda antes perro inglés me haya honrado con la amistosa distinción de Duke of Corso, reforzando de modo considerable mi autoestima, hay cosas a las que ni el mismísimo fencing master de S. M. R. se atreve. Así que vale, me rindo, lo confieso. Trago. Desde ahora voy a hacer un esfuerzo para normalizar mi escritura, adaptándola a los usos sociales de esta sociedad empeñada en reiterar que las mujeres existen, y que el uso del género neutro no es sólo tendencioso y machista, sino que supone un ninguneo de la mujer. Me sumo así a nuestra eficaz Academia Española, siempre dispuesta a consagrar, primero con su silencio. Y luego con su diccionario, cualquier desafuero consumado. Incluso estoy dispuesto a ir más lejos. Lamento no haberlo hecho antes, proporcionando recursos extras a los ciudadanos y ciudadanas y a los compañeros y compañeras, que los políticos han manejado durante la recién concluida campaña electoral. Pero no lo hice antes por no pringarme, recordando aquello que decía Franco: «Haga como yo. No se meta en política».
    Así que, en el futuro, seré consecuente con las modas y los tiempos. Incluso pasaré por alto el hecho de que la mayor parte de las mujeres inteligentes que conozco, cuando preguntas si prefieren que las llamen abogada o abogado, o jefa o jefe, dicen que te dejes de gilipolleces y las llames como esos títulos se han llamado siempre, porque justamente la discriminación consiste en marcar la diferencia de sexos, y no al contrario, y el género neutro no es masculino ni femenino, sino que con frecuencia engloba uno y otro, y se inventó precisamente para algo. Y que cada vez que oyen, por ejemplo, a un político dirigirse a los ciudadanos añadiendo como innecesaria coletilla y ciudadanas, sienten que les da urticaria porque esa moda de lo socialmente correcto suele ser practicada con farisaico entusiasmo precisamente por aquellos varones demagogos que piensan que ya han cumplido con eso de la puntita nada más, y que después de decir españoles y españolas en un discurso ya han cumplido con las cuotas. Olvidando, se pongan como se pongan los radicales y los tontos que a veces, pero no siempre, son sinónimos, que lo machista no es una lengua, sino el uso que se hace de ella.
    Pero en fin. Pese a todo eso, les decía, procuraré que el género neutro, pese a que ha funcionado tranquilamente toda la puta vida, quede abolido a partir de ahora de mi panoplia expresiva. En el futuro, cualquier neutro usual al que recurra, irá acompañado, para evitar confusiones, de su correspondiente femenino tal vez deba decir de su correspondiente femenina. Escribiré así, en adelante, jóvenes y jóvenas, responsables y responsablas, votantes y votantas, enriqueciendo y normalizando la lengua española con perlas la de jueza me parece hasta ahora la más refinada del elenco como tenienta, sargenta, caba, cantanta, imbécila. Mi única duda es si al escribir jóvenes, responsables y votantes no estaré incurriendo precisamente en el extremo opuesto, desdeñando la personalidad masculina de los antedichos: y tal vez fuera mejor, en ese caso, que escribiese jóvenos, responsablos y votantos. Así cada cual tendría lo suyo, y no habría dudas al respecto: electricisto, dentísto, ebanisto, cidisto, diento, gilipollo. Pero, llegados a ese extremo, la cosa iba a complicarse, porque hay un tercer sexo: los homosexuales existen y tienen sus derechos. ¿Cómo dejarlos fuera? Además, unos homosexuales asumen peculiaridades de un tipo, y otros de otro. Los hay que prefieren llamarse Maripepa y los hay que prefieren llamarse Paco. Y las hay. En su caso habría que matizar. Así que lo ideal, llevando la cosa hasta sus últimas y honradas consecuencias, sería decir, por ejemplo: «Queridos, queridas y querides compañeros, compañeras y compañeres, heterosexuales y homosexuales, clérigos, seglares y pensionistas de la tercera edad: gobernamos gracias al apoyo de los votantos, votantas y votantes españoles, españo/os y españolas, que son responsablos, responsablas y responsables de que los ciudadanos, ciudadanes y ciudadanas puedan encarar el futuro, etcétera». Será un poco farragoso y gastaremos más saliva y tinta, pero todo el mundo estará contento. Creo.




Pos-Academia


"…En otro momento, todo eso no iría más allá de la anécdota. Mira qué tío —o tía— más idiota, diríamos. Y punto. Pero en los tiempos que corren, con la tele y toda la parafernalia mediática, y con la gente dispuesta a zamparse cualquier cosa, cada nueva tontería es mortal, porque suena a cosa moderna, fashion, y se propaga con rapidez de virus. Basta, por ejemplo, que un diario de gran tirada y prestigio utilice imam tomado directamente del inglés, palabra aceptada por el diccionario pero menos correcta que nuestro imán de toda la vida, para que España entera empiece a decir mis imames me miman. Lo mismo ocurre con escenario, cada vez más usado en detrimento de situación o circunstancia. Y qué me dicen de todos los imbéciles e imbécilas a quienes les ha dado por decir «severas heridas», «severos daños», ignorando que severe no significa lo mismo en inglés que en español, y que aquí usamos desde hace más de veinte siglos la palabra grave, del latin gravis: pesado, grave. O los que, en vez de violencia doméstica o por razón de sexo, que sería lo correcto y además es lo que más o menos recomienda la RAE al interesado en averiguarlo, recurren a ese violencia de género tan caro a periodistas, feministas y políticos de todo signo, olvidando —o tal vez no lo supieron nunca— que en la lengua española el género corresponde a los conjuntos de seres, a las cosas, a las situaciones, a las palabras, pero no a las personas. Una silla, una botella, una pistola, pertenecen al género femenino. Lo que tienen un hombre o una mujer no es género, sino sexo. Afortunadamente…"
Mis imames me miman - 30.05.04


"…En uno de los pueblos más quijotescos, la estatua de Cervantes, con una mano partida, no simbólicamente —aquí no hilamos tan fino— sino por un animal indígena, languidece bajo una enorme pancarta que reza: Vota al Pepé. Y tiemblo de pensar en lo que nos espera el año que viene quinto centenario del Quijote, con todo cristo mojando en la salsa y haciéndose la foto, como suelen, la tira de políticos y políticas mangantes y mangantas analfabetos y analfabetas —espero que las feministas de género de los cojones estén satisfechas con mi lenguaje de académico no sexista— puestos en plan aquí mi tronco Cervantes y yo, o sea, amigos y compadres de toda vida. Ya verán, ya. Para echar la pota…"
La mariposa y el mariposo -25.07.04


"…Nunca hubo tal acumulación de disparates, de bajunería expresiva, de servilismo a lo socialmente correcto, de desconocimiento de las más elementales reglas de la comunicación oral o escrita. La ignorancia, la desorientación y la gilipollez son absolutas: bulling por acoso escolar, mobbing por acoso laboral, género por sexo, fue disparado por le dispararon o fue tiroteado, severas heridas por graves heridas, apostar en vez de proponerse, decidir, querer, intentar, pretender, desear o procurar. Y así, hasta la náusea. Cualquier murga nueva, cualquier coletilla, cualquier traducción pedestre del guiri, cualquier tontería o lugar común, hace fortuna con rapidez pasmosa y se propaga en boca y tecla de quienes, paradójicamente, más deberían cuidar el asunto. Todo eso, claro, acentos y farfullos aparte…"
Homesplante la hueva emporá - 31.07.05


Al final, género - 24.10.04
Se veía venir. Ley contra la Violencia de Género, la han llamado. Pese a los argumentos de la Real Academia Española, el Gobierno del talante y el buen rollito, impasible el ademán, se ha pasado por el forro de los huevos y de las huevas los detallados argumentos que se le presentaron, y que podríamos resumir por quincuagésima vez diciendo que ese género, tan caro a las feministas, es un anglicismo que proviene del puritano gender con el que los gringos, tan fariseos ellos, eluden la palabra sex. En España, donde las palabras son viejas y sabias, llamar violencia de género a la ejercida contra la mujer es una incorrección y una imbecilidad; pues en nuestra lengua, género se refiere a los conjuntos de seres, cosas o palabras con caracteres comunes –género humano, género femenino, género literario–, mientras que la condición orgánica de animales y plantas no es el género, sino el sexo. Recuerden que antiguamente los capullos cursis llamaban sexo débil a las mujeres, y que género débil no se ha dicho en la puta vida.
Todo eso, pero con palabras más finas y académicas, se le explicó hace meses al Gobierno en un documento respaldado por sabios rigurosos como don Francisco Rodríguez Adrados, don Manuel Seco, don Valentín García Yebra y don Gregorio Salvador, entre otros. Ahí se sugerían alternativas –la RAE nunca impone, sólo aconseja–, recomendando el uso de la expresión violencia doméstica, por ejemplo, que es más recta y adecuada. Al Gobierno le pareció de perlas, prometió tenerlo en cuenta, y hasta filtró el informe –que era reservado– a la prensa. De modo que todo cristo empezó a decir violencia doméstica. Por una vez, se congratuló la Docta Casa, los políticos atienden. Hay justos en Gomorra. Etcétera.
Pero, como decía La Codorniz, tiemble después de haber reído. Ha bastado que algunas feministas fueran a la Moncloa a decir que la Real Academia no tiene ni idea del uso correcto de las palabras, y a exigir que se ignore la opinión de unos tiñalpas sin otra autoridad que ser lingüistas, filólogos o lexicógrafos, para que el Gobierno se baje los calzones, rectifique, deje de decir violencia doméstica, y la expresión violencia de género figure en todo lo alto de la nueva ley, como un par de banderillas negras en el lomo de una lengua maltratada por quienes más deberían respetarla. Aunque tal vez lo que ocurre sea, como asegura la franciscana peña que nos rige, que el mundo se arregla, además de con diálogo entre Occidente y el Islam –Occidente sentado en una silla y el Islam en otra, supongo–, con igualdad de géneros y géneras. El otro día ya oí hablar de la España que nos legaron nuestros padres y madres. Tela. Como ven, esto promete.
En cualquier caso, el nombre de la nueva ley es un desaire y un insulto a la Real Academia y a la lengua española; y ocurre mientras el español –aquí llamado castellano, para no crispar– se afianza y se reclama en todas partes, cuando en Brasil lo estudian millones de personas y es obligatorio en la escuela, y cuando se estima que en las universidades de Estados Unidos será lengua mayoritaria, sobre el inglés, hacia 2020. Y oigan. Yo no soy filologo; sólo un académico de infantería que hace lo que puede, y cada jueves habla a sus mayores de usted. Esos doctos señores no van a quejarse, porque son unos caballeros y hay asuntos más importantes, entre ellos seguir haciendo posible el milagro de que veintidós academias asociadas, representando a cuatrocientos millones de hispanohablantes, mantengan la unidad y la fascinante diversidad de la lengua más hermosa del mundo –Quevedo, Góngora, Sor Juana y los otros, ya saben: esos plumíferos opresores y franquistas–, y que un estudiante de Gerona, un médico de Bogotá y un arquitecto de Chicago utilicen el mismo diccionario que, se supone, utilizan en La Moncloa. Pero yo no soy un caballero. Me educaron para serlo, pero no ejerzo. Así que me tomo la libertad de decir, amparado en el magisterio de esa Real Academia que el Gobierno de España acaba de pasarse por la entrepierna, que llamar violencia de género a la violencia doméstica es una tontería y una estupidez. Y que la palabra que corresponde a quien hace eso –página 1.421 del DRAE: persona tonta o estúpida– es, literalmente, soplapollas. Eso sí: el año que viene, a la hora de hacerse fotos en el cuarto centenario del Quijote, se les llenará a todos la boca de Cervantes. Ahí los espero.


Fascismo musical de género - 21.11.04
Es que a veces te dan el artículo hecho. Hoy, por ejemplo, me siento a darle a la tecla mientras me gotea el colmillo, glop, glop, de gusto. Porque resulta que, apenas extinguidos los ecos del escándalo de las modelos recogepelotas, o tocapelotas, o como se diga en tenis, que vendieron sus cuerpos en el campeonato del mes pasado ejerciendo una intolerable violencia sexista contra los indignados espectadores, resulta, digo, que otro nuevo escándalo podría atizar la justa cólera del pélida Aquiles. Y no me refiero a Brad Pitt, sino a los diversos organismos, instituciones, consejerías, institutos y observatorios que vigilan que la mujer sea lo que debe ser y no lo que los malvados hombres queremos que sea. Metáfora, se llama a eso. Me refiero a lo del pélida. O se llamaba.
El nuevo zipizape está servido, señoras y caballeros. Un estudio reciente, encargado por la Confederación de Consumidores y Usuarios y que anda por los despachos adecuados, denuncia que el sexismo perverso no funciona sólo en el mundo de la publicidad, la moda o el deporte, sino, oído al parche, también en el de la música. La canción, para ser más exactos. La industria discográfica. Y como resulta, además, que desde hace tiempo buena parte de los periódicos españoles, sensibles a la realidad nacional, quitan eso de las páginas de Espectáculos para meterlo en las de Cultura -Paulina Rubio, Andrés Pajares, García Márquez y un desfile de lencería en Cultura, tal cual-, el asiento tiene, aparte de la vertiente sexista, un preocupante aspecto cultural de mucha enjundia. Porque resulta, cielo santo, que las canciones más escuchadas en España trasladan a la sociedad imagen de la mujer muy cercana «a un cuerpo capaz de hacer perder el sueño al hombre». Literal. Nuestra música es sexista que te rilas, denuncia el informe. Pero es que además, prosigue, en esas canciones sólo se habla del amor y de los besitos y demás, y en ningún momento de la capacidad, inteligencia u otros valores sociales de la mujer. Intolerable. Eso está pidiendo a amitos que el Gobierno, previa consulta con la Real Academia Española y con las feministas adecuadas, lo llame fascismo musical de género.
Tengo entendido que la secretaría general de Políticas de Igualdad del Ministerio de Asuntos Sociales, que con diligencia y vigor denunció el perverso reclamo sexual de las modelos en lo del tenis, va a tomar cartas en el asunto. De momento, mis topos y topas en los organismos oficiales pertinentes acaban de filtrarme -no todo va a ser filtrar a la prensa nombres, direcciones y fotos de testigos protegidos del ll-M, oiganlas medidas de choque, previstas en cuatro fases. o escalones. La primera y más urgente será prohibir la difusión en medios públicos nacionales y autonómicos de canciones que no resalten los valores intelectuales de la mujer. Eso irá seguido de una ley que penalice a las casas discográficas, cantantes y medios de difusión que aireen canciones cuyo objeto sea el amor físico, el cuerpo femenino, el aquí te pillo aquí te mato, mirarse a los ojos, cogerse de la manita y cosas así. Ópera y zarzuela incluidas, por supuesto. A ver si van a irse de rositas esa Traviata, esa Butterfly o esa Revoltosa sexistas. La ley contempla, después, incentivar y subvencionar con cargo al Estado la sustitución de todos esos asuntos superficiales y machistas por otros que destaquen la belleza moral e intelectual de la mujer, sus nuevos roles sociales, sus relaciones laborales, etcétera, con especial hincapié en la mujer inmigrante y la mujer de la tercera edad. Pero la cosa no quedará sólo en música. Como cuarta fase y culminación espléndida del as-unto, y ya que el sexismo empieza en la infancia y en la escuela, los ministerios de Educación y Cultura retirarán de los libros escolares y de la vida pública en general todo poema, novela o texto -Garcilaso, Lope, Quevedo, Neruda y gente así- donde la mujer aparezca como objeto de deseo carnal y no como compañera laboral en un mundo asexual, asexuado y paritario. Fíjense cómo irá de seria la cosa, que han convencido a Julio Iglesias para que grabe una canción nueva que dice: No te, quiero por guapa / ni porque te adhieres como una lapa / ni me atrae la costumbre / del volumen de tus ubres / Du-duá / Te quiero por inteligente / trabajadora y consecuente / Me enloquece que seas lista / funcíonaria y feminista / Du-duá / Que seas militara o jueza / y te duela la cabeza / Que yo tiemble, como azogue / porque posas en el Vogue /Du-duá. Etcétera. Ya verán como arrasa, oigan. Y Julio se forra.


Reyes Magos y Magas - 02.01.2005
Pues sí, Juanchito, sobrino. La verdad es que este año los reyes magos lo tienen crudo. Con semejante panorama, no me dejaba yo nombrar rey mago ni harto de sopas. Con la que está cayendo. Antes, ser rey mago era algo. En tu debut salías en camello por los arenales siguiendo la estrella, y luego, ya sabes: una cena con Herodes a la ida, una copita con san José y los pastores en el portal, vuelta por un camino distinto para darle por saco al tal Herodes, y santas pascuas. De ahí en adelante, lo mismo pero con juguetes para los niños: la Mariquita Pérez, el traje de vaquero o de indio, el mecano, los juegos reunidos Geyper, los Pinipón, la Barbie, el disfraz de la Harry Potter o la espada del Señor de los Anillos. Lo normal. Llegabas la noche del 5 de enero, y aquello era tirar a pichón parado: cabalgata, zagales mirándote con la boca abierta, caramelos, aplausos, recepción de las autoridades. Un chollo que te rilas.
Pero figúrate, esta temporada. Para llegar a España los reyes deben pasar por Oriente, como siempre. Y eso está un pelín jodido. Tienen que cruzar el Tigris y el Eúfrates sin que los marines norteamericanos los liberen de sí mismos, como al resto de Iraq, dándoles matarile cuando pasen cerca. Pero es que, si los reyes magos sobreviven a esos hijos de puta, todavía tendrán que vérselas con otros hijos de puta un poquito más acá, cuando pasen por Israel, en las variedades hijo de puta ultra con trenzas, kipá en el cogote, escopeta y tanque Merkava guardándole las espaldas, o hijo de puta con chaleco de cloratita en la variedad Alá Ajbar y hasta luego Lucas.
Pensarás, Juanchito, porque eres tierno y pánfilo, que al llegar a España mejorará el asunto. Pero no. Lo de Faluya y Ramala habrá sido un musical de Hollywood comparado con esto. Para empezar, la estrella que los guía dejará de verse cuando lleguen a la costa, engullida por las luces de las urbanizaciones y campos de golf que hemos construido para que las mafias rusas, inglesas, italianas y demás blanqueen a gusto la viruta. Pero la estrella da igual, oye. ¿No son magos? Que se compren un GPS. El drama se planteará cuando, al desembarcar con sus paquetes y toda la parafernalia, sepan que el Gobierno acaba de aprobar el decreto ley de Reyes Magos y Magas de Género y Buen Rollito.
Tengo el texto, sobrino. En exclusiva. Me lo acaba de pasar mi topo Gigio en La Moncloa. Y los de Oriente y tú lo tenéis chungo. De momento, a partir del año próximo tendrá que haber una reina maga por cada dos reyes, como mínimo. «Y si no hay reinas magas suficientes, se nombran, y en paz –ha dicho en consejo y conseja de ministros y ministras la titulara del ramo y de la rama–. Además, se acabó lo de majestades excelentísimas por aquí y altezas ilustrísimas por acá. Eso ni es moderno, ni es democrático. Este año serán los señores reyes Baltasar, Melchor y Gaspar, a secas. Y mucho ojo: sin jerarquías racistas. Por ese orden».
Pero la cosa no acaba ahí. La Ley de Reyes Magos y Magas de Género y Buen Rollito prohíbe terminantemente a sus majestades referirse en el futuro a los niños españoles como niños españoles. Cualquier discurso público deberá empezar con las palabras «niños y niñas de las diversas naciones y/o nacionalidades de aquí, patatín y patatán», a fin de no crispar con terminología fasciomachista. También, por supuesto, quedará prohibido en las alforjas reales todo juguete bélico, violento o sexista, como pistolas, espadas, armas galácticas u otros instrumentos que inciten a la violencia; pero también muñecas, cocinitas, cochecitos de bebé y otros juguetes que rebajen la condición femenina a los nefastos roles de siempre, etcétera. Los juguetes deberán ser «asexuados, plurales, metrosexuales, paritarios, igualitarios y sanitarios». Por ovarios. Y ojo. Los medios informativos que retransmitan la noche de reyes tendrán la obligación de tapar el rostro de todos y cada uno de los ochenta mil niños que aparezcan en las imágenes, bebés incluidos, a fin de preservar la intimidad de las criaturas. Y novedad espléndida: los padres de cualquier niño o niña salvajemente golpeado o golpeada por un caramelo arrojado por los reyes durante la cabalgata o cabalgato, podrán interponer la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil, y sacarles una pasta.
Van a ser tiempos duros, sobrino. Vienen tiempos muy duros. Así que ve pensando en papá Noel.


Lo que se perdió ‘La Codorniz’ - 06-03-05
Algunos aún recordamos La Codorniz, revista del humor más audaz para el lector más inteligente, desde cuyas páginas genios como Tono, Mihura, Serafín, Mingote –nuestro querido Antonio Mingote– y otros muchos hicieron la vida más soportable en tiempos de dictadura, delación, estupidez y cobardía. Yo hojeaba de pequeño aquella revista, que mi padre leía cada domingo. Y la echo de menos. O quizá a quien añoro es a la gente que escribía en ella, y a la gente capaz de leerla.
Por suerte, España no pierde el humor. Surrealista, claro. Como cuadra al panorama. El último rasgo me tiene doloridos los ijares de tanta risa: un folleto de la federación de servicios y administraciones públicas de Comisiones Obreras. El autor de la redacción es un genio anónimo. O una genia anónima. Alguien se despertó chistoso o chistosa y decidió alegrarnos el día. Campaña de comunicación no sexista, se titula. Y lo de dentro está a la altura. Te partes. Humor fino e inteligente, como corresponde a la tradición del organismo. Salero. Guasa que La Codorniz habría acogido con aplausos.
«¡Lenguaje genérico sin exclusiones! ¡Haz visible a las mujeres en tu lenguaje cotidiano! ¡Usa el genérico para todas y para todos!» Así empieza la cosa, signos de exclamación incluidos, a fin de provocar las primeras risas. De ponerte a tono, o sea, arrancándote la primera y grata mueca cómplice. Y a continuación del estupendo exhorto, el folleto entra en materia: «La utilización del género masculino como sinónimo de neutro y comprensivo de hombres y mujeres (…) es un error cultural impuesto en los tiempos». Y ojo. En este punto crucial conviene que el lector se seque las lágrimas de risa, a fin de que la vista vuelva a ser de nuevo nítida y no pierda una sílaba de lo que sigue. «Es necesario construir y normalizar un lenguaje genérico para todas y todos que, manteniendo la máxima claridad y legibilidad, contribuya a transmitir valores y conductas de igualdad.»
Reconozcan que el redactor o redactora del folleto o folleta claro y legible estaba sembrado. Pero lo mejor viene luego, cuando recomienda, entre otras simpáticas ocurrencias, «emplear nombres colectivos genéricos en vez del masculino», «generalizar la utilización de abstractos» y, entre otras perlas de ingenio, dos hilarantes hallazgos. Uno es «evitar el uso del masculino para referirse a oficios cuando los desempeña una mujer». Como ejemplos señala los de autora y médica; que son poco originales, la verdad, porque el primero ya lo utiliza todo cristo y no pasa nada. De hecho no recuerdo a nadie, por machista que sea, que haya dicho nunca: la autor. Y en cuanto a lo de médica, conozco a unas cuantas doctoras que si las llamas así –tampoco a muchas jueces les gusta que las llamen juezas– se cabrean un huevo. Ahí, por tanto, la imaginación desasiste un poco a la humorista o humoristo. Otros habrían lucido más. ¿Qué tal soldada, cooperanta, albañila, amanta, alguacila, soprana, homosexuala? ¿O matizar guardia y electricista por oposición a guardio y electricisto?
Pero donde ya te caes de la silla, tronchándote, es en los ejemplos prácticos de máxima claridad y legibilidad. Nada de niños, jóvenes o ancianos; lo recomendable es decir «la infancia, la juventud, las personas mayores». Palabras como padres, maestros o alumnos quedan proscritas; nos referiremos a ellos como «comunidad escolar», procurando no llamar padres a los padres, sino «progenitores». Buenísimo, ¿verdad? A los extremeños –se los cita expresamente, pues sin duda se trata de algún chiste regional como los de Lepe– se les llamará: «población extremeña o de Extremadura». No diremos parados sino «población en paro», ni trabajadores sino «personas trabajadoras». Los funcionarios serán «personal trabajador de las administraciones públicas»; los psicólogos, «profesionales de la Psicología»; los bomberos, «profesionales del servicio de extinción de incendios»; y los soldados –esto es sublime por su laconismo y sabor castrense–, «la tropa». Pero la alternativa más rotunda es la de lector –«persona que lee»–; y la más deliciosa, en lugar de españoles, «la ciudadanía del Estado español». Tela.
Lo mosqueante es que, a ratos, sospecho que la secretaría de servicios y administraciones públicas de Comisiones Obreras puede haber publicado todo eso en serio. Luego muevo la cabeza. Imposible, concluyo. Se puede ser imbécil, pero no tanto. Cachondos, es lo que son. Unos cachondos. Y cachondas.


Las miembras y los miembros - 21.08.05
Se veía de venir. Empezamos con los ciudadanos y las ciudadanas, llegamos a los frailes y las frailas, y al final remata el Boletín Oficial del País Vasco, llevándolo todo, negro sobre papel blanco, al documento oficial. Pura coherencia, por otra parte. Y hablar de papel no es baladí, pues las papeleras van a tener que doblar su producción, cuando –no les quepa duda de que está al caer– todos los documentos oficiales de la España del buen rollito imiten el asunto. Tengo entendido que la Junta de Andalucía, por ejemplo, no está dispuesta a quedarse atrás ni harta de morapio. Pero de eso, para no liarnos, hablaremos otro día.
«El pleno está integrado por el presidente o presidenta, el vicepresidente o vicepresidenta y los vocales o las vocales.» Ante ese párrafo pueden ocurrir dos cosas. Una es que parezca normal: de pura saturación terminas acostumbrándote a cualquier imbecilidad. La otra es que nos dé la risa floja. Al principio creí que era un texto chungo. Manipulado. Pero nada de eso: BOPV, ley 9/2004 de la Comisión Jurídica. «Se hace saber a los ciudadanos y ciudadanas», etcétera. Todo trufadito de perlas como ésta: «Un secretario o secretaria que se nombra por el presidente o presidenta (…) entre funcionarios y funcionarias». Y más adelante, con repetición exhaustiva de las titulares o los titulares, las vocales o los vocales, los presentes o las presentes, el secretario o la secretaria, el presidente o la presidenta, se detalla que en ausencia «de uno de los vocales o una de las vocales (…) se procederá al nombramiento de un suplente o una suplente (…). El nombramiento y cese del suplente o la suplente se realizará conforme a lo previsto (…). El tiempo que dure la suplencia se imputará al período de mandato de la vocal o el vocal suplido». Imagino que las feministas galopantes estarán goteando agua de limón con el texto, pero creo que aún podríamos afinar un poquito más. Porque observo cierto déficit de concordancia. Puestos o puestas a ello, «la vocal o el vocal suplido» debería haberse escrito «la vocal o el vocal suplido o suplida», o bien «la vocal o el vocal suplidos o suplidas». Y puestos a hilar fino, lo de «el tiempo que dure la suplencia» también era mejorable escribiendo «el tiempo que dure la suplencia o el suplencio». Pero en fin. Cada maestrillo tiene su librillo.
En cualquier caso, es de justicia reconocer que, si en la lucha contra el sexismo lingüístico el BOPV se cubre de gloria pionera, en cuanto a la concordancia y el concordancio sus redactores o redactoras todavía no afinan mucho. Cuando escriben, por ejemplo, «el presidente o presidenta», «los titulares o las titulares», «los vocales o las vocales», no terminan de rematar la cosa. En pura lógica, vocal es a concejal lo que vocala a concejala, etcétera. O semos, o no semos. Y si semos, ¿por qué la puntita nada más? Lo normal, si se escribe presidente y presidenta, es que también se escriba presidencia y presidencio, titulares y titularas, vocales y vocalas, igual que en otros casos –sutil artículo 9– «ambos y ambas».
En el artículo 23, por cierto, se dice «En la designación de los ponentes y las ponentes, el presidente o presidenta seguirá los criterios de reparto», mientras que algo más abajo alude a «los asistentes y las asistentes». Y eso, la verdad, queda feo. Si tenemos presidente o presidenta, la misma ilógica de semejante lógica impone ponentes y ponentas, asistentes y asistentas. Y la verdad es que tan tímido quiero y no puedo se manifiesta varias veces con idéntica evidencia o evidencio. Es como cuando el bonito artículo 17 indica que los acuerdos se adoptan «por mayoría de votos de los presentes y las presentes». ¿Por qué no de los presentes y las presentas? ¿Ein? Observen, además, el caso del no menos delicioso artículo 16: «Las miembros y los miembros afectados por posibles causas de abstención». ¿Por qué no ir hasta el fondo del asunto, escribiendo «Las miembras y los miembros afectadas o afectados por posibles causas o causos»? Es como cuando la disposición transitoria segunda menciona «el nombramiento de cuatro vocales que sustituirán a las cuatro o los cuatro nombrados conforme al decreto», en vez de decir, como en rigor debería: «cuatro vocales o vocalas que sustituirán a las cuatro o los cuatro nombrados o nombradas». Digo yo que de perdidos, al río. Y la verdad. No comprendo a qué vienen esos ridículos complejos, a estas alturas del jolgorio. O jolgoria.



Alrededores:
Tú vales mucho - 12 de marzo de 2000
    Muchas veces me avergoncé de ser hombre. Las razones son diversas, pero no hay cosa que me saque más los colores que cierto tipo de rituales varoniles, charlas de barra de bar, actitudes a la vista de ejemplares del otro sexo. Fulanos que dan por supuesto que el mundo es un coto de caza y ellos los gallitos del corral. Miradas castigadoras que dicen aquí estoy, pequeña, siempre listo, dispuesto a hacerte esto y lo otro. A comerte los higadillos. Esas actitudes se dan tanto en individuos con viruta y poder, como en tiñalpas de medio pelo y en mierdecillas impresentables. He llegado a comprobar cómo hasta el animal de bellota más grosero y vil da por supuesto que toda mujer anda loca por sus encantos. También existe el solapado hipócrita disfrazado de misa diaria, de profesor bondadoso o de jefe comprensivo, que acecha el momento académico, laboral con la mirada huidiza de quien ni siquiera tiene el indecente valor, o la desvergüenza, de plantear la cosa por las bravas.
    Pero también mis primas, a veces, lo ponen fácil. Asumiendo el riesgo de que el Sindicato de Erizas en Pie de Guerra (SEPG) me ponga como hoja de perejil, diré que un depredador se extingue cuando no encuentra presas disponibles; pero el mundo está lleno de cabritas esperando que se las coma el lobo. Eso hace que se confundan los papeles. También están las que, por necesidad la supervivencia es un motivo tan legítimo como cualquier otro aceptan jugar en terrenos equívocos. Todo eso viene a cuento porque una amiga acaba de contarme su última entrevista de trabajo. A la mitad yo sabía cómo terminaba la historia. Y no porque sea demasiado listo.
    Imaginen el primer acto. Reunión de trabajo para conocer a futura colaboradora. Tres socios, charla empresarial, whisky. Ella, mujer con excelente currículum, que necesita ese trabajo, ha caído en la trampa desde el principio: vestida de niña bien, quiere estar guapa y agradar. Pide una tónica. Tras un par de whiskys, dos socios se despiden. Ella siente que el trabajo es suyo. El jefe le pide que se quede para ultimar detalles.
    Segundo acto. Ella aferra su tónica mientras el jefe inicia una serie de halagos hacia su persona: lo inteligente que es y la mucha clase que tiene. Lo lejos que puede llegar en la empresa. Ella empieza a sentirse incómoda, da sorbitos a la tónica. Al jefe el tercer whisky empieza a volverle la lengua pastosa, y su mirada se vuelve desagradable. De vez en cuando se le escapa la mano, y le toca la rodilla. Todo muy paternal, pero ni los ojos ni la mano son los de un padre. Entonces ella comete el segundo error. Necesita ese trabajo, así que en vez de decirle a esa basura que vaya a tocarle la rodilla a su madre, se queda allí, soportándolo. Está segura de que puede con él. Cree que logrará mantenerlo en su sitio. Que si aguanta firme, conseguirá el maldito trabajo. De modo que permanece allí, con su trajecito y su bolso de niña bien, patéticamente agarrada a su vaso de tónica. Conteniendo las lágrimas de asco y vergüenza.
    Tercer error: ella no se ha ido todavía cuando el miserable cambia de táctica. Empieza a hacerle un cuestionario personal y termina desvariando sobre el sexo, mezclando el asunto con consideraciones sobre la existencia o la no existencia de Dios; porque él, eso quiere dejarlo muy claro, es creyente. Al poco rato pregunta si es lesbiana. Y ella no le estampa el vaso de tónica en la cara, por imbécil además de rijoso, sino que todavía aguanta allí, discutiendo el asunto. Por fin, convencido de que no hay nada que rascar, el fulano finaliza la entrevista. Te llamaré para el trabajo, promete. Por supuesto, no llamará nunca.
    Moraleja de esta bonita y edificante historia: algunos hombres son capaces de portarse como canallas, pero algunas mujeres son capaces de tragar lo intragable. De no ver con lucidez, cegadas por la necesidad, los limites donde se impone la palabra basta. Éste no es el mejor de los mundos posibles; casi siempre es el peor, y en ese contexto hay juegos que no pueden mantenerse impunemente, ignorando los riesgos y los precios a pagar. La infamia se alimenta de la complicidad, la necesidad y el miedo. Es injusto y terrible, pero es lo que hay. El mundo, el dinero, los puestos de trabajo, siguen estando a menudo en manos de gentuza como el hijo de puta que acabo de describir líneas arriba. Tarde o temprano, la cuestión termina en un simple lo tomas o lo dejas. Y a la dignidad de cada cual corresponde establecer los limites.


"…Lo que pasa es que las cosas caen por su peso, el tiempo no pasa en vano, hasta las más tontas ven la tele, y la milonga, poquito a poco, empezó a irse a tomar por saco. Y ahí están ellas, en tierra de nadie, conscientes, las más despiertas, de que su cambio social ha ido más rápido que su cambio biológico y su propia mentalidad. Y así, esa generación de mujeres que aún fueron educadas para ser santas madres y ejemplares amas de casa se ve forzada a pelear ahora en un mundo de hombres, a hacer vida laboral de tú a tú, pero sin poder renunciar todavía, porque no las dejan o porque no quieren, al tradicional rol –o maldición, según se mire– de mujeres responsables de que el nido esté reluciente y los polluelos limpios, sanos y cebaditos. La vieja y eterna trampa. A ver por qué, si no, las únicas mujeres trabajadoras que no están desquiciadas, o no van por la vida con un cuchillo entre los dientes buscando a quién capar, son las que no tienen hijos, las que se libraron al fin de ellos, o las que cuentan con una madre o una suegra que se haga cargo. Es imposible estar en misa y repicando; y mucho menos con maridos que creen compartir tareas domésticas porque quitan la mesa, lavan los platos por la noche y compran el pan sábados y domingos, o sea, modernos y enrollados que te rilas. A eso hay que añadir, también, impulsos más físicos y atávicos, resignaciones y gustos que aún colean del tiempo de la cueva, la caza y la guerra. Como el hecho, probado estadísticamente, de que Hugh Grant, Johnny Depp, los niños monos de tú a tú, el buen rollito socialmente correcto y el tanto monta, están bien para salir en la foto; pero, a la hora de la verdad, quien sigue humedeciéndole las reconditeces a buena parte del mujerío cuajado –no todas analfabetas, por cierto– es Rusell Crowe cuando les pone la zarpa encima. O tíos de ese perfil. Esto explica también algunas cosas. A veces, de ahí al moro Muza hay poco trecho. Y ciertos verdugos son imposibles sin la complicidad de las víctimas.
Así que no me extraña que las erizas anden erizadas. En el mundo actual sólo hay algo peor que la cabronada de ser mujer: ser mujer lúcida, consciente de la cabronada que supone ser mujer."
Las púas de la eriza - 12.12.04


Aprovechando el tema sindicatos: según estudios, las mujeres cobran menos sueldo por idéntico desempeño del puesto de trabajo que sus compañeros varones: ¿trabajan en empresas sin sindicatos?¿en sectores económicos sin participación sindical?¿los sindicatos que defienden los derechos de los trabajadores, no defienden los de las trabajadoras?¿no luchan los sindicatos contra esa evidente desigualdad?¿aguantan los sindicatos diferenciación en cuanto al sexo de los trabajadores, cuando deberían defender a las personas trabajadoras?¿han organizado protestas, huelgas, encierros contra ello?¿es paritaria mujeres-hombres, la composición de las cúpulas sindicales?¿siguen los muy comprometidos varones afiliados a sindicatos negándose a ocupar puestos de trabajo en los que cobran más que sus compañeras mujeres, por la ayuda a la discriminación en que se implican?


Gracias Salva


Hasta aquí el ANEXO al 19-03-06.




Y para documentar el asunto en plan serio y científico, EL ESPAÑOL, UNA LENGUA NO SEXISTA de Álvaro García Meseguer, Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España)
http://elies.rediris.es/elies16/Garcia.html#2definicion


Gracias Salva, otra vez preparémonos para una avalancha de descalificaciones del académico, porque seguro que hará muchas nuevas amigas; por cierto, si entran a quejarse en este foro no borres los mensajes, déjanos algo de diversión.


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