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La Derrota escribió el día 12/09/2007 a las 17:28
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ANEXO al 16.09.07


El señor H. Kamen


Su último libro
Y una buena y extensa crítica:
http://www.nodulo.org/ec/2007/n059p01.htm


El señor Kamen es, o era, uno de los historiadores de cabecera de don Arturo: en sus artículos "Una biblioteca I y II" apunta "Felipe II (Kamen)". Luego le atiza porque … mejor que lo leáis vosotros mismos, como en el artículo de esta semana.


Tres lanceros bengalíes 23-01-05
Soy lector respetuoso, de toda la vida, de tres historiadores anglosajones: Ian Gibson, Paul Preston y Henry Kamen. Sobre todo de este último, cuyos trabajos sobre la monarquía de los Austrias honran mi biblioteca junto a libros de los también británicos Elliot y Parker, y del francés Braudel, entre otros. Añadiré que comprendo el interés, cariño e inquietud de Gibson, Preston y Kamen por esta España a la que tantos esfuerzos y páginas dedican, y que les corresponde con lectores y afecto. Eso otorga, sin duda, derecho a opinar sobre nuestra historia y nuestro presente. Sin embargo, en los últimos tiempos me opinan hasta en la sopa. Abro un diario o una revista, y allí está uno de los tres hablando de esto y aquello. Ya no se limitan a la historia o a la actualidad de España, sino que también, a veces, toman partido en política actual, en cuestiones autonómicas e incluso en política exterior. No pueden evitarlo, supongo, si les preguntan por todo eso. Yo mismo leo muy atento sus entrevistas y artículos, naturalmente. Lo que pasa es que a veces me quedo con una sensación incómoda, haciéndome siempre la misma pregunta. Por qué no se limitarán a ser historiadores prestigiosos y prudentes. Dicho menos fino: para qué cojones se meten en camisas de once varas.
En el último mes o poco más, verbigracia, he leído opiniones del irlandés Ian Gibson y del inglés Henry Kamen a favor de que los archivos de Salamanca pasen a Cataluña. Sobre ese asunto, yo mismo tengo mis ideas. Como cualquiera. Pero en momentos como éste, cuando todo se jalea y utiliza como quijada de burro, como argumento para quienes dan la razón a mi abuelo, que en paz descanse, cuando decía que los españoles sólo valemos para salir dándonos navajazos o garrotazos en los cuadros de Goya, o sea, en tiempos como los que vivimos, cuando nos jugamos lo que nos estamos jugando entre la mala fe, el rencor y la hijoputez ancestrales de esta tierra de caínes insolidarios, no me parece correcto que las visitas que toman café opinen cómo deben estar colocados los muebles del salón. Es como si Javier Marías, que además de rey de Redonda es respetadísimo en el Reino Unido de Gran Bretaña, dijera cuando presenta allí una novela que ya es hora de que le devuelvan a Grecia los frisos del Partenón, a Egipto unas cuantas momias y el Ulster a Irlanda.
Henry Kamen fue más lejos hace unas semanas, entrevistado cuando su biografía del duque de Alba. Esta vez el historiador se metió en el jardín de las relaciones hispanobritánicas sobre Gibraltar. La cosa coincidió con el solo de flauta, o succión entusiasta, que nuestro ministro Moratinos le hizo hace poco al Foreign Office y al gobierno del Peñón, en magistral golpe de mano perfectamente sincronizado con la política exterior e interior española: para desbloquear las negociaciones, concedes lo que te pedían, y así puedes seguir negociando nuevas concesiones. Nadie puede acusarte, por tanto, de no tener buen talante y buen diálogo. El caso es que, interrogado sobre ello, don Henry sentó su posición de hispanista documentado: Gibraltar no es una colonia, dijo. Es España la que aún tiene colonias en el Mediterráno. No recuerdo en este momento si llegó a nombrar a Ceuta y Melilla o se cortó un poquito y hubo elipsis. De cualquier modo, blanco y en cartón se llama leche.
Lo de Paul Preston también fue pedrada en ojo de boticario. Cito de memoria, pero la idea básica de lo que dijo hace un par de meses, en la correspondiente entrevista, es que el franquismo español fusiló mucho en Cataluña. Ojo. No que fusilara mucho en toda España, o que los catalanes franquistas fusilaran mucho allí, o que la derecha y la izquierda catalanas se ajustaran las cuentas, como en todas partes, durante la guerra civil. Qué va. En Cataluña, puede leerse en los subtítulos, los malos vinieron de fuera: Castilla y toda la parafernalia. Todos los piquetes de ejecución llegaron del exterior, mientras la totalidad del pueblo catalán sufría bajo un régimen militar que sólo le dio por saco a él. Y a los vascos, supongo: ahí todos eran gudaris, y a ésos también los fusilaron los de fuera. El resto, los españoles rojigualdas, fueron, fuimos –seguimos siéndolo– cómplices de Franco, invasores y verdugos.
En fin. Yo seguiré leyéndolos, claro. A los tres. Con mucho interés y respeto. Pero esas boquitas, místeres. A ver si cuidamos esas boquitas.


La Historia, la sangría y el jabugo - 4 de septiembre de 2005
Hay que ver. En cuanto se toma dos vasos de sangría en los cursos de verano, cierto historiador inglés se pone a cantar por bulerías sin sentido del ridículo. Me refiero a mister Kamen, don Henry, quien cree que vivir en Cataluña, como vive, y que allí algunos le aplaudan las gracias mientras trinca una pasta de subvenciones, cursos y conferencias, lo convierte en árbitro del putiferio hispano. Así que, tras contar nuestra Historia a su manera, ahora critica cómo la cuentan otros, lamentando que España –a excepción de Cataluña, donde, insisto, mora y nunca escupe– no tenga tan buenos historiadores como él.
Uno, que modestamente tiene sus lecturas, le sigue la pista a mister Kamen y está familiarizado con sus dogmas hechos de frases despectivas sobre este o aquel punto de la historia de España; con sus afirmaciones sin más fundamento que el ambiguo terreno de las notas a pie de página; con su acumulación de citas ajenas; con sus habituales «fuentes manuscritas completamente nuevas» descubiertas en archivos nunca visitados por español alguno, que tanto recuerdan las falsas exclusivas de los diarios sensacionalistas ingleses. Etcétera. En su último libro, Imperio, donde las palabras «nación española» aparecen entre comillas, dedica setecientas once páginas a afirmar que eso de que España conquistó el mundo es un cuento chino, que quienes hicieron el trabajo fueron subcontratas de italianos, belgas, holandeses, alemanes, negros e indios, y que los españoles –«los castellanos», matiza– se limitaron a poner el cazo. En materia cultural, quienes animaron América fueron los holandeses, y a la literatura del Siglo de Oro, cerrada e indolente, no la afectó para nada el humanismo italiano. También afirma que es dudoso que el español fuese la primera lengua de todo el imperio, que Nordlingen la ganaron los alemanes, San Quintín los valones, Lepanto los genoveses, y Tenochtitlán y Otumba los tlaxcaltecas. De postre, las relaciones históricas de los siglos XV, XVI y XVII son propaganda escrita por castellanos a sueldo, Nebrija compuso su gramática española para hacerle la pelota a Isabel la Católica, y Quevedo era, como todo el mundo sabe, un ultranacionalista y un facha.
La última del caballero me honra personalmente. En un reciente artículo de prensa, sostiene que en España nadie, excepto un novelista llamado Benito Pérez Galdós y otro llamado Pérez-Reverte, ha escrito nada sobre la batalla de Trafalgar. Sólo esas dos novelas, dice Kamen, y ningún libro de Historia. «Habrá este año un buen libro académico sobre Trafalgar –dice–, pero se publicará fuera de España». Debería consultar el hispanista los clásicos de Ferrer de Couto, Marliani, Pelayo Alcalá Galiano, Conte Lacave y Lon Romero, por ejemplo. Y si los encuentra desfasados, puede completarlos con el Trafalgar de Cayuela y Pozuelo, Trafalgar y el mundo atlántico de Guimerá, Ramos y Butrón, Trafalgar de Víctor San Juan, Trafalgar de Agustín Rodríguez González, Los navíos de Trafalgar de Mejías Tavero, o la obra monumental, definitiva, La campaña de Trafalgar, del almirante González-Aller. Aparecidos todos antes de la publicación del artículo de Kamen. Mas lo que caiga.
Para el notorio hispanista anglosajón, todo eso no existe. Y además le parece mal que unos aficionados como Pérez Galdós y el arriba firmante –marcando humildemente las distancias con don Benito, matizo yo– hayamos tocado el asunto. Trafalgar es cosa de historiadores, dice, y no de novelistas. De novelistas españoles, ojo. Pues no pone pegas a novelistas anglosajones como O’Brian, Forester, Alexander Kent o Dudley Pope, que –ellos sí–, rigurosos, veraces, pueden escribir cuanto quieran sobre heroicos marinos ingleses que luchan por su nación –esa la escribe Kamen sin comillas– y por la libertad del mundo frente a españoles cobardes, sucios y crueles a los que, encima, durante los abordajes, siempre les huele el aliento a ajo. A diferencia de las inglesas, tan objetivas siempre, Kamen apunta que en las novelas españolas «los buenos son españoles y malos todos los demás», lo que prueba que no se ha enterado de nada, ni con Galdós ni conmigo. De Cabo Trafalgar critica además «el insólito lenguaje», pero eso es lógico: hasta para un hispanista de campanillas, traducir «inglezehihoslagranputa» tiene su intríngulis.
Así que una sugerencia: siga trincando, disfrute de la sangría y el jabugo, y no me toque los cojones. Don Henry.



Y en su momento, redacté el siguiente:

ANEXO al PATENTE DE CORSO 23.01.05

Extractos de Patentes y otros artículos

PATENTE DE CORSO 18.05.03 ~ Judas era un bendito ~
La verdad es que me están haciendo un lío con tanto revisar el pasado para darle nuevas interpretaciones, y con tanto neohistoriador volviendo patas arriba lo que, en tu ingenuidad ingenua, creías atado y bien atado. En los últimos tiempos se ha puesto de moda destripar la Historia que uno creía probada, o aceptaba por tradición y tenía como referencia, y al final resulta que no te crees las nuevas interpretaciones pero te hacen polvo las viejas; con lo que terminas más despistado que Javier Arzalluz en una democracia. Y es que, según para qué, a veces vale más una vieja y sólida mentira que una nueva verdad coyuntural y dudosa. Al final, casi siempre da lo mismo: salvo honradas y contadísimas excepciones, todo suele reducirse a que el neohistoriador trinca del pesebre de una autonomía, o pretende escribir un libro que escandalice y epate, o un suplemento dominical le ha encargado algo con garra. En el lado opuesto, entre lo respetable, hasta mi admirado Henry Kamen, que además de perro inglés es historiador reconocido, y cuya biografía de Felipe II recomiendo mucho en esta página pecadora, ha dedicado un nuevo libro de setecientas once páginas a demostrar que la creación del imperio español de los siglos XVI y XVII fue un fenómeno de globalización donde el mérito, más que de los de aquí -en realidad sólo miraban-, fue de portugueses, flamencos, italianos, chinos, aztecas y hasta de los mismos ingleses. Lo que no le discuto yo a Kamen, por Dios. Pero acojona. …


Sobre ingleses y perros - 07  de enero de 2001

No hablo, y espero que lo entienda el amigo inglés, de patrioterismo ni peras en vino tinto, sino de simple memoria. Conozco mi Historia tan bien como algunos conocen la suya, y sé que si España tuvo Trafalgares otros tuvieron Singapures. Del mismo modo puedo afirmar que honrados hispanistas británicos llamados Parker, Kamen o Elliot, me ayudaron a comprender mejor mi propia Historia. Gracias a todo eso, cuando miro atrás no tengo orejas ni complejos, pero sí buenas referencias. Eso me permite, entre broma y broma, poner un par de puntos sobre las íes, cuando las íes me las escriben hijos de puta con letra bastardilla. Por supuesto que no me siento enemigo de los ingleses, que además leen mis novelas. Vivo en mi tiempo y a mi aire, y sé que la memoria es una cosa, y la guasa al teclear esta página, otra.…


Paul Preston entrevista:
http://www.um.es/campusdigital/entrevistas/entrvpreston.htm

Extracto:
...
-P: ¿Piensa usted que el hecho de observar la historia desde fuera, de no estar involucrado en la historia del país que se estudia, contribuye a que se sea más desapasionado y, por lo tanto, más objetivo?
-R: Esa cuestión es difícil de contestar. Yo creo que sí. Pienso que cualquier historiador aporta a la historia que cuenta algo de sus valores morales, de su propio ser, y eso indudablemente influye. Pero, en el caso de la historia de España en el siglo XX creo que el hecho de proceder de fuera puede contribuir a quitar algo de hierro al asunto. Se podría dar ejemplos de esto en ambas direcciones. Dos de mis libros, ‘Las tres Españas del 36’ y ‘Palomas de guerra’ son dos libros que hubieran sido más difíciles de hacer para un español. En ellos intentaba mostrar que la Guerra Civil fue algo que no ocurrió porque los españoles fuesen violentos o apasionados, sino que fue más bien algo que les ocurrió a ellos. Era un intento de recuperar la tercera España, que no era una minoría de intelectuales más o menos destacados, sino que estaba constituida por la inmensa mayoría de los españoles. El poder tener una visión así quizás es fruto del distanciamiento.
Yo intento siempre ser lo más equilibrado posible, pero, a pesar de ello, se me ha hecho determinadas acusaciones. Por ejemplo, se me acusó mucho en mi libro sobre Franco de ser injusto con él. Esta circunstancia me parece increíble, porque nadie diría que un libro ha sido injusto con Hitler. Desde luego, yo sí me puedo apasionar porque la suerte de la democracia en España es algo que me importa mucho, y en tal caso ya no tengo tanta distancia ni tanta frialdad como se puede suponer.
...
-P: Se está volviendo a insistir mucho en el tema de los documentos del Archivo de Salamanca, para que los documentos catalanes vuelvan a Cataluña ¿Qué opina usted del tema, lo ve usted justo, sería bueno para los historiadores?
-R: Yo soy partidario de dar lo papeles catalanes a los catalanes. Y si los ciudadanos de Badajoz quieren que les devuelvan los suyos, o los murcianos, o los que sean, también sería partidario de lo mismo.
Las consecuencias para los historiadores podrían ser nulas. No podemos pensar que los bibliotecarios de Salamanca no se hayan enterado del microfilm, de la digitalización o de la fotocopia.
Cuando se dice que con su separación se está rompiendo la unidad del archivo, no es así, porque se pueden copiar los documentos, pero, por otra parte, eso sería olvidar que todo lo que está en ese archivo es botín de guerra. Se trata de documentos capturados, y no precisamente para ayudar a los historiadores, sino para facilitar la represión. El archivo surgió originalmente para crear las fichas de toda la operación de represión contra el comunismo y la masonería. Teniendo en cuenta esto, yo creo que no se trata de un archivo intocable, y que los propietarios tienen derecho a pedir lo suyo.


Otras a Paul Preston:
http://www.elmundo.es/encuentros/invitados/2003/06/774/index.html
http://www.pce.es/foroporlamemoria/documentos/2004/ppreston_03102004.htm


He cortado en esta edición, unos extractos de entrevistas a Preston y Gibson.



Como no era suficiente, La Derrota escribió el día 19/01/2005 a las 10:45


Re: ANEXO II al PATENTE DE CORSO 23.01.05

No he encontrado la entrevista a la que alude don Arturo en su artículo de hoy pero, sí otras cosas
Reseña del último libro de Kamen
http://elmundolibro.elmundo.es/elmundolibro/2004/11/11/historia/1100192241.html
Una entrevista a Kamen:
http://www.campusred.net/campusdiario/20030324/entrev.htm


Si en España no existía una identidad nacional y el país estaba atrasado en muchos órdenes, ¿cómo es posible que ninguna otra potencia europea le arrebatara la hegemonía que mantuvo durante siglos?
La pregunta resulta un poco confusa. No se puede decir que "en España no existía una identidad nacional", ya que ningún país de la época moderna tenía una identidad nacional y por tanto es inútil afirmarlo en el caso español. El problema, como tantos eruditos han comentado, es examinar cómo esta identidad se desarrollaba. El libro se limita a la cuestión de cómo "los emigrantes reconocían su origen en una patria común" (p.407), es decir, como "España" en cierta forma se creaba antes fuera que dentro de la península. En cuanto a "la hegemonía que mantuvo durante siglos", es precisamente este tema que constituye el argumento del libro, y que sería imposible resumir en dos líneas; hay que leer el libro. No fue una hegemonía "española", sino más bien la dominación de los intereses asociados con España. "Los españoles, y particularmente los castellanos, los vascos y los andaluces, aportaron su propia y singular contribución y gozaron del honor de ser los gestores de la empresa. Pero la empresa pertenecía a todos" (p.564).


¿Cómo fue la actuación española en las regiones de ultramar y en otros territorios europeos? ¿Hubo brutalidad y sometimiento cruel, como afirman algunos?
La actuación española no fue ni mejor ni peor que la actuación de todos los colonizadores e imperialistas de todas las épocas. Cuando tuvieron que emplear la brutalidad, lo hicieron (como muy a menudo en México); cuando no hacía falta actuar así (como en Filipinas) no lo hicieron. Como casi todos los imperios (romano, británico, soviético), el imperio español también patrocinó la esclavitud, tanto de indígenas como de africanos negros. Sin embargo, "la crueldad infligida a los habitantes del Nuevo Mundo fue responsable de sólo una pequeña parte del desastre" (p.154); "el motivo principal de las catástrofes fueron la epidemias".


Otra entrevista a Kamen:
http://www.elmundo.es/encuentros/invitados/2001/08/189/index.html

23. ¿Internet ayuda a los historiadores?
Internet ayuda muchísimo si no lo empleas para jugar o para chatear, porque proporciona los instrumentos para conseguir información y bibliografía con mucha más rapidez que nunca.

:-))))


Una entrevista reciente:
http://www.elcultural.es/HTML/20041118/letras/LETRAS10675.asp


Aquí explica Kamen el antinorteamericanismo español, especial para Rahola:
http://lacolumnadigital.blogs.com/lacolumnadigitalcom/2004/11/el_antiamerican.html

Kamen y la Alianza de las civilizaciones de ZP:
http://www.periodistadigital.com/secciones/opinion/object.php?o=38404

Un artículo de Kamen sobre el Quijote, estamos de aniversario:
http://www.elcultural.es/HTML/20050106/Letras/LETRAS11087.asp

En éste artículo Pío Moa le da unos palos a su libro "Imperio":
http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/1275761477


Henry Kamen, suspendido en historia. Por Natividad Castro y Boga:
Cuando a los niños ingleses les enseñan en el colegio que el primero en dar la vuelta al mundo fue Drake -que además de hacerlo cincuenta años después que Juan Sebastián de Elcano lo consiguió con la ayuda de los pilotos españoles Alonso Sánchez Cordero y Martín de Aguirre, a quienes había tomado como prisioneros, y a quien tuvieron la desfachatez de concederle en su escudo de armas el mismo lema que ostentaba Elcano Primus Circumdedistime- es señal de que las fuentes historiográficas que se manejan en ese país no son muy de fiar. Lo realmente sorprendente es que los españoles nos traguemos sin rechistar argumentaciones publicadas en su periódico el pasado 7 de junio, de boca del historiador Henry Kamen sobre nuestro pasado. Afortunadamente los españoles somos producto de nosotros mismos, nadie ha venido a salvarnos, no debemos nada a nadie, nos hemos hundido solos, y solos nos estamos levantando. Ese es el secreto de nuestra falta de hipocresía, a diferencia de otros que tergiversan la historia para esconder las deudas pendientes. Los españoles descubrimos América y medio mundo no por casualidad, sino porque teníamos los mejores astrónomos, geógrafos, navegantes, médicos, ingenieros, etcétera. Cuya ciencia se venía acumulando desde 300 años antes, cuando el Rey Alfonso X el Sabio funda la Escuela de Traductores de Toledo. Y la otra mitad del mundo la descubrió el país hermano, Portugal, que compartía el liderazgo científico con España, que ellos localizaban en la Escuela de Pilotage de Sagres, primer centro náutico del mundo, fundado por Enrique el Navegante. Tal era la competencia entre ambos países, y la ventaja que llevaban al resto, que se repartieron el mundo con el tratado de Tordesillas de 1494. España y Portugal, después de 800 años de reconquista contra los moros, estaban curtidos en la guerra, en la mar y en las ciencias. Y frente a eso el mundo cayó como piezas de dominó, y no por casualidad como dice Kamen.

La leyenda negra española, empezó en Inglaterra y los Países Bajos, con la publicación de algunos de los trabajos de Fray Bartolomé de las Casas, a quien se debió, con el apoyo de la Corona, que España estuviera a la cabeza en la abolición de la esclavitud, cuando precisamente aquellos países lideraron el tráfico negrero. Por eso la hipocresía, ellos hacían el gran negocio de la carne negra, pero el sambenito se lo colgaban a los españoles, del mismo modo que hace algunos años tuvimos que soportar la película estadounidense La Amistad sobre un supuesto barco negrero español. La prueba está en América, sólo hay que ir allí y ver dónde están los descendientes del tráfico esclavista.

Dice Kamen en su periódico que los castellanos no colonizaron las islas, que fueron los portugueses y los italianos. Sin embargo en 1611, 90 años después de la expedición Magallanes-Elcano, los navegantes españoles habían descubierto los grupos insulares de Marianas, Filipinas septentrionales, Palaos, Yap, Marshall, Carolinas, Nuevas Hébridas, Nueva Guinea, Galápagos, Volcano, Bonin, Schonten, Salomón, Juan Fernández, Ellice, Marquesas, Santa Cruz, Tuamotu, Banks, Australia, y Haway. En Europa se denominaba al Pacífico como el Lago Español -Spanish Lake- que se extendía desde la costa occidental de América a la oriental de Asia. En 1611 se fundó la Universidad de Manila, la primera de Asia, que junto con la de Lima, fundada en 1553, difundían el saber de la época en ambas orillas, en español.
(Natividad Castro y Boga, junio 2003)
http://www.mgar.net/var/oceania.htm



Gracias Silvia7. Gracias Salva y gracias Vigilio.


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