Isultos



    En este estado de cosas resulta que el motivo de mi atrevimiento no es otro que el de felicitar a PR por lo afortunado que es. Me explicaré: la mayoría de los mortales tenemos que contentarnos con vivir callando para que los que nos rodean nos dejen malvivir. El en cambio ha conseguido (de cara a la galería es lo que parece), poder vivir escribiendo lo que piensa tal y como lo piensa (lo cual es ya rizar el rizo).

    Quien suscribe, debería aprender de PR y decir las cosas tal y como las piensa porque, de momento, mis treinta y ocho años de historia me han demostrado que: hagas lo que hagas y digas lo que digas si no le caes bien a alguien (en una primera impresión), no hay nada que hacer, salvo el imbécil si vas de simpático/a para agradar a quienes no quieren que les agrades.

    En mil trillones de ocasiones me he visto llegando y ya tenía ante mi una tupida (que no estúpida) alfombra de injurias, calumnias y mezquindades, sobre mi persona. Proferidas por gentes con las que no había hablado en mi vida y que no me conocían en absoluto.

    En una ocasión me explicaron que el problema es mi imagen "demasiado altiva, demasiado soberbia" que predispone contra mí como primer impulso.

    Todo esto ha tenido en mi un efecto muy creativo. No puedo permitirme decirles a todos ellos lo que pienso (como hace PR) pero al menos, puedo en el anonimato de internet proferir cuatro gritos absurdos al teclado y verlos plasmados en la pantalla.

    No tengo esperanzas ni sueño en que alguien lea lo que escribo, me basta poder hacerlo. O sea que mi enhorabuena a PR y que siga así porque siempre habrá algún "hijo de la gran puta" que no "hijoputilla" (no es lo mismo) que será merecedor de sus estocadas.

    Que conste, es admiración, no envidia.
 
 

Mado María, Abril de 2001.