“El pintor de batallas se atrinchera en el tango del amor”

 

Lunes, 3 de Diciembre  de 2012

 

Texto y Fotos Noelia Baldrich.

 

Reverte 1Que el amor siempre pide guerra es una certeza de las pocas que han puesto en guardia al periodista más combatiente de los últimos tiempos, al corresponsal más aventurero o al escritor más leído pintor de muchas batallas. Arturo Pérez-Reverte, el Alatriste de la literatura contemporánea, con más de 14 novelas traducidas en 40 idiomas, aposentado en la T de la Real Academia, y a sus jóvenes 60 años se ha enfundado en su arnés, ha afilado su sable y su pluma y ha sorprendido a todos atrincherándose en una novela de amor arrabalero, pasional, contradictorio, duradero, maduro. El Tango de la guardia vieja (Alfaguara), ambientada en el Buenos Aires de los años veinte, la Riviera Francesa y la costa Sorrentina retrata la relación amorosa que durante cuarenta años mantienen Max (un rufián apuesto con ínfulas de grandeza) y Mecha (mujer elegante, primorosa, de alta alcurnia, inteligente y segura de sí misma).

 

Dos décadas han sido necesarias para que el caballero de best sellers armase esta trama, pero veinte años no es nada reza el tango, para retratar con precisión el glamour de la primera mitad del siglo XX.

En un encuentro con sus lectores en la Biblioteca Jaume Fuster (Barcelona) el pasado 28 de noviembre, Pérez-Reverte explicó “que ha sido un desafío, un trabajo minucioso de trampas y estrategia muy

complicado” que comenzó a hilvanar en los noventa y que ha requerido muchos viajes, documentación y visitas a la librería parisina Michele Polak para recrear el lujo de los transatlánticos y la corriente estética de la época. Doscientas páginas donde el tablero de la vida proporciona jugadas de misterio, policiacas, de espionaje pero sobre todo la jugada de ajedrez más letal: jaque mate al amor.

 

revete 2Acostumbrados a batallas de otra índole esta novela ha “requerido nuevas necesidades narrativas” y adentrarse en un campo lleno de minas como es el sexo “si te pasas eres vulgar o te quedas corto y eres mojigato”. Aún así, el escritor justificó su tratamiento en la obra: “la carnalidad era necesaria para entender la decadencia de dos personajes que se conocieron hacía 30 años, necesitaba trazar un mundo de mucha intensidad física. Requería dos o tres escenas muy fuertes”. Pérez-Reverte estuvo acompañado de su amigo el también escritor Sergio Vilamatas que durante una hora le planteó diversas cuestiones, algunas desarmaron al académico. “Me has metido en un jardín” espetó cuando se trató de hablar de la mujer Reverte. Aquí el macho Alfa de la literatura hizo un minucioso retrato: “mujeres cuajadas, seguras de sí misma, superiores, inteligentes, serenas. Mujeres en mayúsculas capaces de gratificar con una mirada la acción valerosa de un hombre. Esas miradas reales o simbólicas es el mejor botín que el hombre puede obtener. En la vida la mujer se convierte en juez, testigo, verdugo, fiscal”. Y recalcó el coraje femenino: “Llevé la vida movida y vi que en momentos como cuando arde Troya o lo que venga a turno arder la mujer tiene reservas de coraje, moral de resistencia a la tragedia, al dolor mucho mas que el hombre”. Una heroína que aventuró “se va ha convertir en el personaje del siglo XXI narrativamente potente. Yo no sabían que las mujeres eran así por dentro, me está abriendo campos narrativos que nunca hubiera pensado que me iba a meter. La vida sorprende”.

 

Su discurso sonó al de un soldado desplomado por un ataque de sensibilidad. La pregunta no se hizo de esperar: “¿Viene un Reverte romántico?”. “Eso no”, se apresuró a responder con una sonrisa pero totalmente en serio. Pero sí dio argumentos del porqué se mete a capa y espada en la batalla del amor: “las vísperas de cualquier batalla me mantiene vivo. Antes de la liza uno es joven, lleno de posibilidades”. Es ese estado de vigila del comportamiento humano el que interesa a Reverte, no la guerra en sí. Una explicación que el pintor de batallas debía matizar: “Lo que me gusta de la estética bélica es que representa unos códigos de conducta. La vida te despoja de palabras importantes patria, bandera, religión, amor eterno, solidaridad humana, te deja pocas cosas y a falta de una moral convencional mis personajes, mis amigos se forjan reglas basadas en estéticas que valen tanto como una ética. El uniforme militar te obliga a mantener la cabeza erguida, un sable simboliza la valentía de alguien al acercarse al otro para matar, ahora cualquier cobarde mata apretando un botón”. Y despojados los presentes de la duda bélica solo cabía preguntarle por su fascinación por el tango: “El tango engaña, parece que sea el hombre el que domina pero si te fijas es ella la que está tramando una telaraña de geometrías, de seducciones, de falsas sumisiones. La mujer va imponiendo una superioridad, física primero y luego intelectual y de ahí arranca a la novela”. De observar a una pareja bailándolo en Buenos Aires, porque él de bailarín nada de nada, confesó. Sin embargo, pensando en el discurso de Al Pacino en Esencia de Mujer de alguna manera todos lo bailamos: “la vida es un tango si te enredas sigue bailando”. Algo que Pérez-Reverte hace con maestría desde las palabras en El tango de la guardia vieja.

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