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La Derrota escribió el día 05/05/2009 a las 11:15
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ANEXO al 10.05.09 ~ Nasío pa matá ~
La foto de referencia:




Corto Maltés:
http://bd.casterman.com/Search_result.cfm?keywords=Corto+Maltes&TypeSearch=Catalogue






Encuentro un poquito desentrenado a don Arturo en los temas de operaciones militares de ejercito español, antes hacía más risa:


22 de septiembre de 1996 - La guerra de Gila

Hoy voy a contarles una batallita del abuelo Cebolleta. Tengo un amigo que es coronel de los ejércitos, y de la guerra, y de ese tipo de cosas. Y el otro día, tomándonos un café, se puso a contarme con detalle unas maniobras que tuvieron lugar en Alemania las navidades pasadas. El asunto se refería a la OTAN, y allá fueron, en tren militar especial, nuestros jefes, oficiales y tropa, con sus tanques y sus Cetmes y sus pistolas y toda la parafernalia bélica, a participar en el esfuerzo común de la defensa de Occidente frente a las hordas. El tipo de hordas, a estas alturas de la cosa rusa antes bolchevique y ahora putiferio absoluto, con el Pacto de Varsovia hecho una merienda de negros de color, no estaba claro. Pero lo que sí es seguro es que nuestras tropas estuvieron allí maniobrando para defender lo que sea, hablando en inglés, supongo, con los colegas uniformados alemanes, franceses, norteamericanos y demás. Tango Zulú, me recibe. Over. Después intercambiaron teléfonos y cada mochuelo a su olivo, o sea, a su tren y a casa a comerse el turrón, cantando nuestros felices soldados siempre cantan cuando viajan eso de para ser conductor de primera, acelera, acelera. Y ahí la diñaste, Burlancaster.

Los franceses, o sea, los sindicatos gabachos de la cosa ferroviaria, estaban en huelga. Y con esa mala leche que se gastan los alonsanfán, y esa natural inclinación a hacer que quienes tienen la desgracia de transitar por su suelo patrio paguen siempre el pato de sus problemas y malhumores lecheros, agrícolas, ganaderos o ferroviarios, al marcial convoy erizado de tanques y cañones lo pusieron en una vía muerta y le dijeron ahí te quedas hasta Epifanía, colega, cómo lo ves. Y érase de ver, cuenta mi amigo el miles gloriosus, a los comandantes y coroneles con la boina y la pistola y el camuflaje, que venían de comerse a las presuntas hordas sin pelar ni nada, blasfemando en arameo al pie de los vagones, en las vías, con los sindicalistas franchutes pasando mucho de ellos y, encima, teniendo que ir al bar de la estación para cambiar y tener francos en monedas, a fin de telefonear desde las cabinas públicas al Alto Estado Mayor y decir, antes que se cortara la comunicación, oiga, mi general, aquí estos hijoputas nos tienen secuestrados, y nos van a dar las uvas. Y les dieron.
¿Te imaginas, dijo mi amigo el de las medallas, lo que nos habría pasado en una guerra de verdad?

Lo imaginé, y me dieron sudores fríos. Intenten ustedes imaginar también el escenario, a ver si les salen las mismas cuentas. El narcoterrorismo coqueteando con las costas atlánticas. El Mediterráneo echando chispas. Los integristas dando la vara en Egipto y en Turquía. Argelia en plena escabechina. Marruecos jugando con Ceuta y Melilla como el gato con el ratón. Todo el continente africano loco por salir corriendo de sí mismo y meterse en una Europa rica y egoísta de la que España es cabeza de playa. Y mientras tanto, nuestros estrategas hablando del enemigo potencial en Centroeuropa; y la Brunete, y los tanques y las tropas de élite, o de lo que sean, de maniobras en la Selva Negra bajo mando unificado del Pentágono para defender a Occidente del peligro del Este, o sea, de Yeltsin cuando se pone hasta las patas de vodka, de los chechenos y de los mafiosos que ahora blanquean dinero en la Costa del Sol. Y puestos a imaginar, imagínense también que mientras tanto, un día, el moro Muza y su primo Tarik se despiertan otra vez con el cuerpo islámico, Al lah ilah lah ua Muhamad rasul Al lah, y se montan en la bahía de Algeciras, por el morro, el desembarco de Normandía con pateras. Como cuando el Guadalete, pero esta vez bajo la cobertura de los satélites norteamericanos y los F 18 que Washington les vende más baratos que a nosotros. Y esos rifeños bajando del Gurugú. Y Melilla en plan Dunkerque. Y el ministro de Defensa diciendo ni OTAN ni leches, que vuelvan todos inmediatamente a ver si llegamos a tiempo de salvar Córdoba. Y a todo esto, nuestros tanques y nuestros cañones y nuestra fiel infantería, bloqueados en el cruce ferroviario de Chatelet sur Marne, con los gabachos volcándoles camiones de hortalizas en la vía, y los comandantes y los coroneles con su boina y su camuflaje y sus diplomas de la OTAN, a paso legionario, buscando como locos calderilla para llamar por teléfono.
Virgen santa.








Soldadito español - 20 de abril de 1997 - Arturo Pérez-Reverte
Total que compro los periódicos y me encuentro en primera pagina el afoto de don José María Aznar subido encima de un tanque, con una guerrera de camufiaje y gorra de lo mismo, con esa sonrisa que Dios le ha dado, y que le sientan, guerrera, gorra y sonrisa, igualito que a un Cristo una chupa de cuero y un recortá. Y lo miro y me pregunto de qué diablos se estará riendo mi primo allí en el tanque, rodeado de mílites gloriosos que no salen en la foto pero que sin duda andarían cerca riéndole la cosa, ele la grasia y el garbo castrense, presidente, qué alférez de complemento se perdió el mundo, oyes, con esa gorra y ese tanque y esa apostura marcial que te sientan de cojones.

Yo, fíjense ustedes, antes que gobernar, lo primero que le pido a un presidente es que no haga el ridículo, tirándose el folio con una gorra que encima no es de su talla, más que nada porque luego americanos, y los alemanes, y todos los que andan por ahí dándonos por saco en la OTAN y en la CEE y hasta en las colas de las taquillas de Disneylandia, nos pierden todavía más el respeto y luego se dan con el codo y se despelotan de risa cuando nos ponemos chulos para exigir que el cabo cuartel del mando de la OTAN en la península Ibérica sea de nacionalidad española, o exigimos contrapartidas a cambio de prestar apoyo logístico y lumis de los puticlubs de Torrejón para que la aviación norteamericana bombardee Cuba más desahogada si cabe.

Porque pase que al papa lo fotografíen con penacho de plumas de jefe sioux cuando viaja al lugar pertinente. Eso forma parte de su oficio, pues también los sioux van al cielo, o a los grandes cazaderos, o a donde carajo vayan cuando palman en gracia de Manitú. O que a un presidente mejicano cualquiera los narcos de la zona lo nombren charro del año y le saquen fotos con sombrero y mariachis. Todo eso está justificado, y forma parte del negocio de cada cual. Pero en cuanto a don José María Aznar, lo de la gorra cuartelera no tiene justificación alguna, salvo una de peloteo y demagogia filocastrense por completo fuera de lugar en un país donde las fuerzas armadas se encuentran en un estado de desmantelamiento y miseria sin parangón desde el día siguiente a la batalla de Guadalete: lo que me parecería de perlas si fuera política de Gobierno, pero sólo es incompetencia y dejadez, en un país cuyo ejecutivo dice que va a reconvertir su ejército a profesional pero no destina un duro para ello, salvo para pintarla en ferias internacionales balcánicas, mientras insumisos y objetores siguen teniendo problemas que no resuelve nadie. Un país empeñado en alinearse con la OTAN y con la madre que la parió, de cara a un eventual enemigo de vaya usted a saber, cuando quien de verdad un día puede ponernos los pavos a la sombra se desayuna diciendo Al lah il lahlah ua Muhammad rasul Al lah. Y cuando esos vengan a decir hola buenas donde yo me sé, nuestros aliados de la OTAN, el mando estratégico europeo y el copón de Bullas, donde, eso sí, andamos integradísimos de organigrama, estarán todos mirando hacia otra parte o habrán ido a comprar tabaco.

Además, con gorra o sin gorra, me gustaría que alguien explicara, cuando se habla de dotar y modernizar y adecuar nuestras fuerzas armadas, qué es lo que se entiende por nuestras, que se entiende por fuerzas armadas, y qué es lo que, llegado el caso, tendrían que defender en esta especie de casa de putas en la que hemos convertido la corrala. Verbigracia: si un día los chinos desembarcan en Salou, habría que ir aclarando desde ya mismo si la defensa territorial corresponderá a las fuerzas armadas españolas, o nacionales, o como se llamen, y si coordinará Washington, o Lisboa, o si, como dicen en mi tierra, cada perro va a tener que lamerse su pijo. Es decir, si el asunto será competencia del MOTRACAT (Mando Operativo Transferido Catalán), del Tambor del Bruch o de los MACHECHAS (Maquis de Chetniks Charnegos) que para entonces se hayan echado al monte porque estén hasta los huevos. Tampoco estaría de más saber si el EJAGUDA (Ejército Autónomo de Gudaris) y la división acorazada Nafarroa se iban a poner de parte de nosotros suponiendo que Salou aún fuéramos nosotros, o de ellos, o sea, de los chinos: esos chicos que tampoco se expresan en la lengua de Franco.

Y mientras tanto, Aznar haciéndose fotos con la gorra. Ande y tóqueme la flor, corneta.






Esa guerra crué 24 de junio de 2001

    Vaya panorama bélico y castrense tenemos a la vista. Primero lo de los vigilantes jurados para cuarteles, que por lo visto llaman a eso experiencia-piloto. Luego lo del armamento en alquiler. Después un general dice que, tal y como se han puesto las cosas, el día de las Fuerzas Armadas deberían desfilar majorettes. En ésas, un centinela abandona la guardia de noche en no sé qué cuartel y se va a dormir por la cara, y algunos ponen el grito en el cielo porque le caen seis meses de trullo. Tendría sueño el chaval, dicen. Y ahora, para rematar, leo en los periódicos que el modelo de ejército español que se perfila en el horizonte es el de la Legión Extranjera. Como la experiencia-piloto de Millán Astray, Valenzuela y Franco, pero ahora a base de reclutas hembras que igual se llaman Vanessa, y con emigrantes -a ser posible de mayoría hispanoamericana, se matiza-. Porque si la soldada o estipendio, o sea, la mierda de paga que cobra un mílite, no le da a un español ni para unas cañas, nuestros maquiavelos de la milicia han llegado a la conclusión de que con la nómina de uno de Cáceres se apañan de cojones tres bolivianos, un ecuatoguineano y un moro; y eso siempre es más humanitario que recoger fresas o que te quemen la chabola en El Ejido.
    Pero todo tiene su arte. Y no crean ustedes que a esos futuros novios de la muerte los van a reclutar al buen tuntún. Nada de eso. Por el contrario, según un portavoz del Ministerio de Defensa, «estamos estudiando fórmulas para que no se debilite el vínculo patriótico». Y es que eso es importante, claro, y más en los tiempos que corren. Sin duda serán fórmulas eficacísimas, modernas, basadas en estudios psicológicos de honda finura y amplio espectro, como los de la LOGSE. Ahora que hemos descubierto, gracias a la panda de sinvergüenzas que nos rigen y corrigen, que España es una mentira absurdamente mantenida durante 3.000 años, y cada perro se lame su cipote, con esas jóvenes generaciones liberadas por fin de tanta memoria colectiva inútil y del lastre de saber de dónde vienes -qué carajo importa eso cuando no sabes a dónde vas-, es importante, en efecto, que al menos los reclutas extranjeros de nuestras futuras Fuerzas Armadas tengan el vínculo patriótico lo más sólido posible. Supongo que en ese ultramoderno Ejército español del futuro habrá por lo menos escopetas; aunque igual tampoco, porque las armas, ya se sabe, son políticamente incorrectas, y qué dirían las oenegés. Pero en cualquier caso, con escopetas o sin ellas, no estaría de más que esos caballeros legionarios extranjeros, futuros cabos, y tal vez sargentos -de tenientes para arriba nos apañaremos de momento con lo de aquí, porque jefes sobran al menos quince por cada indio-, tengan claro el concepto de patria, de nación y de todas esas cosas, y dominen las entretelas intelectuales de España, lo español y sus esencias. Esencias varias, coherentes en nuestra pintoresca pluralidad multiplural de maricón el último en irse, y ése que apague la luz. A lo mejor cuesta un poquito explicárselo a nuestros flamantes reclutas, pero hay que intentarlo cueste lo que cueste. Porque ojo. Ahí es fundamental que los bolivianos, el ecuatoguineano y el moro, por lo menos, lo tengan claro. No vaya a ser que la caguemos.
    Y es que ya me estoy imaginando esa guerra crué, con el enemigo atacando por todas partes. Esas hordas esclavas desembarcando en la cabeza de playa de Estepona, esos rifeños bajando por el Gurugú, esos portugueses reconquistando Olivenza, y Javier Solana en el telediario, como siempre, declarando en plural mayestático que la situación es compleja y que todo se andará. Y mientras, aquí, la mitad de la gente de puente en la playa, y la otra mitad viendo Gran Hermano. Y en ésas, el enemigo malevo invadiendo los cuarteles y posiciones estratégicas y violando a las majorettes de Galapagar que vigilan los tanques de la Brunete -tanques inmovilizados por falta de combustible y de pago a la empresa que se los alquila al Ejército-, porque los vigilantes jurados de Securitas Soldadito Pepe S.A. están en huelga laboral y encogen los hombros y dicen, ah, se siente. Y en la línea de fuego, en el regimiento Honderos Baleares Nº 5, defendiendo su vínculo patriótico hasta la última gota de sangre mientras cantan banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda, la sargenta Vanessa -caballera legionaria, con tatuajes hasta en las tetas-, la cabra del Tercio y los tres bolivianos, el ecuatoguineano y el moro luchando como leones de la Metro. Cúbreme, Mohamed. Ay. Vivaspaña. Y digo yo si no sería mejor abolir el ejército de una puta vez, y dejar que nos defiendan o nos invadan, ya da igual, esos gringos que tan bien se llevan con el Pepé después de haberse llevado igual de bien con el Pesoe que nos metió en la OTAN. Por lo menos dejaríamos de hacer el payaso.







DÍA “D” EN LA LINEA - Arturo Pérez-Reverte, publicado en El Semanal el 10 de marzo de 2002

Ohú. Imagínense ustedes el cuadro, que a lo mejor hasta vieron parte en aquel vídeo de un aficionado que puso la tele. Yo mismo habría dado cualquier cosa por estar allí, mirando, mientras me tomaba una cerveza en un chiringuito con mi vecino el perro inglés. Ese domingo de Carnaval. Esa playa de La Línea de la Concepción, pegada a la verja de Gibraltar pero por el lado de aquí. Esa lancha británica arbolando pabellón de su Majestad la Queen. Esos feroces soldados de los Royal Marines haciendo maniobras con sus caras tiznadas en plan rambo y sus escopetas y sus morteros. Ese Peñón al fondo. Ese ejercicio de desembarco a media mañana, Inglaterra espera que cada uno cumpla con su deber y toda la parafernalia. Esa fiel infantería de marina británica dispuesta a mostrar una vez más su letal eficacia en las cosas de la guerra crué. Ese sargento chusquero Thomas Smith, o como se llamara, con un tatuaje de las Malvinas en un brazo y otro de su puta madre en el otro, que patronea la lancha de desembarco. y que se equivoca de playa. y que mete al teniente Mortimer ya sus veinte máquinas de matá en la playa española en vez de en la gibraltareña, o sea, por el lado de acá de la verja. Y ese desembarco impecablemente táctico, con muchas posturitas y mucho arrastrarse por la playa y mucho adelante, muchachos, a por ellos, cúbreme, Tommy, Bragueta. Seis a Zulú Cuatro, afirmativo, cambio, etcétera.

Ahora imagínense las caras de los de este lado. Los padres paseando a sus niños en los cochecitos. La gente de La Línea que andaba por allí con sus cañas de pescar. Los varillas aparcacoches, dame algo, colega. Y la guasa. Domingo de Carnaval, insisto. La playa asín de gente y los Royal Marines haciendo el gilipollas, a gatas por la orilla. Los pescadores en sus pateras, con las redes a medio sacar, gritándoles os habéis equivocao, hihoslagranputa, que esto no es Hibraltá sino España, Spain. This is Spain and yu mistaken, pishas. Y esos dos policias municipales de La Línea moviendo las manos, que no, tíos, que la verja está allí atrás y os habéis pasao unas yardas y varios pueblos. Y esos llanitos del otro lado, británicos y todo lo que quieran, pero que les va la coña marinera como al que más, que para eso son de allí y se apellidan Sánchez y Cohen y Parodi, agarrados a la verja y llorando de risa con los ingleses, no te lo pierdas, Johnny, la Navy no sólo navega sino que patina. Rule Britannia. Y en ésas, el teniente Mortimer que se da cuenta del planchazo y se le caen los cojones al suelo y dice por la radio aquí Zulú Cuatro, retirada, retirada, Black Hawk down o lo que sea, y todos los rambos nasíos pa matá otra vez a gatas para la lancha a toda mecha, apuntando para aquí y para allá, antes de que al cabo primero Romerales, del puesto de la Guardia Civil, que lleva cuatro coñás esa mañana, se le crucen los cables y saque el nueve parabellum y se vaya derecho a la playa, cagüentós los muertos de los ingleses, y la líe. Y al día siguiente, ese ministerio español de Exteriores diciendo nada, hombre, chiquilladas bélicas sin importancia; y el portavoz del ministerio de Defensa inglés haciendo chistes, je, je, un fallo lo tiene cualquiera, pero somos aliados y pelillos a la mar, así que tranquis y a joderse, que para eso están ustedes en la OTAN.

Ahora imagínense que hubiera ocurrido lo contrario. Que en el curso de unas maniobras militares españolas, el teniente Arensibía y la sargenta caballera legionaria Vanesa, con cabra incluida, hubieran desembarcado por error en una playa de Gibraltar, no ya con escopetas, sino con el bocata de mortadela de media mañana. Si hace algún tiempo, cuando una lancha del Servicio de Vigilancia Aduanera español se despistó, metiéndose tras una planeadora contrabandista en el Peñón, ya montaron los llanitos y los ingleses la de Dios es Cristo, calculen la que hubiera caído con esto, y más si encima alguien lo filma en vídeo: violación de aguas y territorio británico, agresión a la colonia, afrenta irreparable a la bandera de Su Majestad. Esos llanitos poniendo el grito en el cielo. Ese Foreign Office mandando notas de protesta. Esos editoriales del Times y del Guardian dando caña. Esos hooligans ingleses rompiendo bares de Benidorm como represalia. Los tertulianos de las arradios españolas pidiendo que rueden cabezas, y acto seguido ese ministerio de Defensa destituyendo por si acaso a toda la cadena de mando, sargenta y cabra incluidas, y mandando al general jefe de la región militar destinado forzoso a Chafarinas, a enseñarle instrucción, un, dos, ep, aro, a la foca Peluso. Y ese ministerio nuestro de Asuntos Exteriores, pues ya saben. Arrastrándose, como suele, en busca de alguien a quien hacerle una mamada urgente -especialidad de la casa- para relajar la cosa. Y dando gracias al Cielo por que el teniente Arensibía y la cabra se hubieran equivocado desembarcando en Gibraltar, y no al otro lado de la verja de Melilla.






Patente de Corso 05-01-2003 - ZAFARRANCHO DE COMBATE

Golfo Pérsico. 13,45 horas. Operación Paz Duradera de la Pradera. Alertada por el mando norteamericano, la fragata española Numancia se dispone a interceptar una caravana sospechosa, detectada por satélite moviéndose tierra adentro. Emoción a bordo. Aú, aú, hace la sirena, Zafarrancho de combate. Los marineros y las marineras suben y bajan a toda leche poniéndose los chalecos salvavidas, como en Duelo en el Atlántico. «Llevo toda la vida preparándome para esto», le comenta a su mejor amiga de a bordo la torpedista Ruipérez, que es de Palencia. La proa de la fragata corta el mar color de vino. El capitán de navío Mazarredo, con un teléfono móvil en cada oreja -uno con el mando gringo, el otro con el ministerio de Defensa español- dice por megafonía: «España espera que cada uno de vosotros cumpla con su deber».

14,00. Con tiempo duro de levante y fuerte marejada despega la fuerza de intercepción heliportada, después de que el Ministerio de Defensa español confirme bajo palabrita del Niño Jesús que, en efecto, el mando norteamericano solicita una acción operativa de nivel Maribel-4: identificar y detener a elementos sospechosos para la seguridad de los Estados Unidos, y, por tanto, del universo. A bordo de los helicópteros de ataque va la fuerza Alfa, pintada de camuflaje y con las armas a punto -«Viste, loco, chevo toda la vida preparándome para este quilombo», comenta a un compañero el soldado Héctor Atahualpa Tortellini-. El resto de la tropa también tiene la moral alta y canta: «Qué buenos son nuestros jefes de la OTAN, qué buenos son, que nos llevan de excursión». A la misma hora, en Madrid, el Ministerio de Defensa, relamiéndose de gusto, anuncia una conferencia de prensa.

14,10. Sobrevolando la costa arábiga, el Black Hawk Down Uno y el Black Hawk Down Dos -alquilados a Estados Unidos- informan que el obje tivo está a punto de caramelo. «Procedan», ordena, sereno, el comandante de la Numancia. Haciendo rappel, los comandos y comandas españoles se deslizan desde los helicópteros y helicópteros. Profesionales. Suma eficacia, las cosas como son. Visto y no visto. La imágenes de satélite muestran a los sospechosos de bruces en la arena con los HK -prestados por Alemania- apuntándoles al cogote.

14,15. El teniente Arencibía, jefe de la fuerza Alfa, informa que la operación ha sido un éxito que te cagas, Manolín. «Objetivo uno identificado como Melchor», dice. «Objetivo dos identificado como Gaspar», añade. «Objetivo tres identificado como Baltasar», concluye. Desde la Numancia, el comandante Mazarredo hace la pregunta crucial: «¿Se confirma que el objetivo número tres es moro o negro?». Un silencio. Dos silencios. Tres. Al fin llega la respuesta lacónica y castrense del teniente Arencibía: «Afirmativo». De proa a popa se oyen gritos de júbilo mientras la dotación se abraza, entusiasmada. En el puente, el comandante Mazarredo se vuelve a su timonel, el cabo especialista Mohamed Embarek. «Llevo toda la vida -confiesa- preparándome para esto.»

14,50. La fuerza Alfa ha sido relevada por un pelotón de la Legión, que custodia a los detenidos mientras se hacen cargo los norteamericanos. La sargenta Romerales, caballera lejía al mando, que todo transcurre sin novedad, con las únicas incidencias de que el negro se niega a vestirse con el pijama naranja fosforito modelo Guantánamo de Ágatha Ruiz de la Prada, y que al llamado Melchor le acaba de comer la barba la cabra del Tercio. «La cabra se llama Tere -informa la teniente- y lleva toda la vida preparándose para esto.»

13,10. Al ministro de Defensa lo interrumpe una llamada telefónica a media rueda de prensa, justo cuando dice lo de «Patria, pon a este mármol por cimera / guirnaldas de laurel y hojas de acanto». Desde Washington, Colin Powell lo informa de que ni Al Qaida ni pollas en vinagre. El mando norteamericano de Paz Duradera de la Pradera acaba de liberar a los tres detenidos. «¿What, Colin, what?», pregunta incrédulo el ministro Trillo, que es bilingüe. Entonces su interlocutor cuenta una confusa historia de celos de papá Noel y del día de los Inocentes, dice que muchas gracias por todo, y cuelga. «Manda huevos», comenta con sus allegados el ministro español. «Eran los únicos con quienes nos quedaba por enemistarnos en el mundo árabe: los reyes magos. » Y luego añade: «La próxima vez deberían encargárselo al soldado Ryan. O a la madre que lo parió».







Y un par de ellos más serios, sobre la Defensa y los cobardes políticos españoles:



16.01.2005 - Aquí no sirve ni muere nadie

Seguimos actualizándonos, pardiez. En la academia de suboficiales de Lérida, Defensa –el nombre empieza a parecer un chiste– ha retirado la inscripción «A España servir hasta morir». La decisión se tomó por presiones de vecinos y políticos locales, que pedían la desaparición de un mensaje que consideraban «una vergonzosa agresión al paisaje, al buen gusto y a la libertad». Y bueno. Lo del paisaje y el buen gusto podría ser; pero la agresión a la libertad no termino de verla del todo. Mi libertad, por lo menos, no se ve agredida porque los suboficiales del Ejército sirvan a España hasta morir, en Lérida o en donde sea. Más bien al contrario. A mí, la verdad, que en un ejército voluntario, como el de ahora, haya individuos e individuas dispuestos a dejarse escabechar por España, siempre y cuando sea en condiciones normales de milicia y no en vuelos chárter de segunda mano para ahorrarle cuatro duros al ministerio, me parece estupendo. Alguien tendrá que hacerlo llegado el caso, digo yo. Y además lo llevan incluido en el oficio y en la mierda de sueldo que cobran. De modo que si a alguien le parece mal, sólo veo una explicación: ese alguien cree que no hace falta que nadie muera por España.

Dejemos las cosas claras. En este país ruin e insolidario, y en lo que a mí se refiere, las banderitas e himnos nacionales, regionales y locales, los villancicos navideños, las salves marineras y rocieras, las jotas a la Pilarica o a San Apapucio, los pasos de Semana Santa y la ola en los estadios cuando juega la selección tal o la cual, se los pueden guardar algunos donde les alivien. Cuando políticos, generales, obispos, financieros y presidentes futboleros, entre otros, agitan desaforadamente trapos, crucifijos, folklore, camisetas o lo que sea, en vez de heroísmo, patrias, dignidades, espiritualidades, tradiciones y cosas así, lo que yo veo es a millones de infelices manipulados desde hace siglos por aquellos que diseñan las banderas y los símbolos, utilizándolos para llevarse al personal a la cama. Lo que no es incompatible –acabo de escribir una novela sobre eso– con la ternura y respeto que siento por los desgraciados que lucharon, sufrieron y palmaron por una fe, por un deber o porque no tenían más remedio. Pero entre quienes se benefician de ello, no veo distinción entre derechas, izquierdas, nacionalistas o mediopensionistas. En sus manos pecadoras, tan sucia es la bandera que agitan como la ausencia de la que niegan. Bicolor, tricolor, multicolor, technicolor o cinemascope. Lo mismo si la izan que si la descuartizan.

Respecto a lo que decía antes, me explico más. Quienes crean que en un país normal, con fronteras y política exterior, los ejércitos resultan innecesarios, son unos pardillos. Esa murga sería preciosa en un mundo ideal, pero nada tiene que ver con éste. Ciertos cantamañanas olvidan, o ignoran, que quienes en 1936 vertebraron la defensa antifranquista, tonterías populacheras aparte, fueron los organizadísimos comunistas y los militares profesionales leales a la República. En cuanto al presente de indicativo, la razón de que Estados Unidos, nos cuaje o no, sea árbitro del mundo no se basa sólo en su potencia económica, sino en su carísima y eficaz máquina militar sin complejos. Europa es un ratoncillo en ese terreno, y España la colita cochambrosa de ese ratón. Pregúntenselo a Javier Solana, el míster Pesc del circo Price, cuando va a Israel y esa mala bestia de Sharon se le descojona en la cara. O a nuestro genio de la blitzkrieg diplomática y el buen rollito, el ministro Moratinos, la próxima vez que los ingleses le metan la Royal Navy en el estanque del Retiro. El pacifismo y el antiamericanismo rinden en titulares de prensa; pero la falta de fuerzas armadas propias significa que, si algo se va al carajo, habrá que pedir ayuda a los Estados Unidos, como en las guerras mundiales, Bosnia, Kosovo y demás. Siempre y cuando Estados Unidos no esté con el otro bando. Lo ideal, claro, es acabar de una vez con las armas y las guerras y besarnos todos en la boca dialogante, muá, muá, slurp. Pero esa película hace tiempo que la quitaron de los cines.

Aunque, volviendo a lo de la academia de Lérida, cabe una segunda posibilidad: que aparte de quien cree innecesario que exista gente capaz de sacrificarse por España, haya a quien le conviene que nadie la defienda si la maltratan o descuartizan. En el primer caso nos las veríamos con un ingenuo, o un imbécil. En el otro caso, con un relamido hijo de la gran puta.




PATENTE DE CORSO 27.05.07 Arturo Pérez-Reverte
El presunto talibán - 725

Me seduce lo fino que hila tanto tonto del culo. La última corrección política elevada al cubo nos la endiñaron hace unos días, contando que en Afganistán han trincado a uno de los que ponen minas como otros aquí plantan tomates. Han pillado al que mató a una soldado española, decía el informativo, citando al ministro Alonso. El presunto talibán, matizaba. Yo estaba a medio desayuno, con un vaso de leche en una mano y una magdalena de la Bella Easo en la otra, y casi me ahogo al escucharlo, porque me dio un ataque de risa muy traicionero, glups, y los productos se me fueron por el caminillo viejo. Incluso, muy serios, los periodistas le preguntaban al ministro si iba a personarse en el juicio.

Y es que yo imaginaba al individuo: un afgano de los de toda la vida, con barba, turbante, cuchillo entre los dientes y Kalashnikov en bandolera en plan Alá Ajbar, hijo de los que destripaban rusos en el valle del Panshir, nieto de los que destripaban ingleses en el paso Jyber, y con la legítima arrastrando el burka por esos pedregales. Presunto que te rilas. Lo suponía de tal guisa al chaval, como digo, sensibles como son los afganos a matices y titulares de prensa, querellándose contra los medios informativos españoles y contra el ministro de Defensa, después de leer El País, El Mundo o el Abc por la mañana y verse llamado talibán a secas y no presunto talibán, ya saben, la presunción de inocencia, las garantías jurídicas y todo eso. O semos o no semos. Y al juez Garzón, acto seguido, tomando cartas en el asunto. A ver qué pasa con el hábeas corpus en las montañas de Kandahar. Mucho ojito. Que también los afganos son personas, oyes. Con sus derechos y deberes, y con la democracia export-import marca ACME a punto de cuajar allí de un momento a otro. Todo es sentarse y hablarlo, y para eso llevamos una temporada convenciéndolos de que adopten, como nosotros, el mechero Bic, la guitarra y el borreguito de Norit. Lo de menos es que talibán no sea palabra peyorativa, sino que describa un grupo social afgano, armado y mayoritariamente analfabeto, con su manera propia de entender el Corán y de paso la guerra al infiel, etcétera. Aquí y allí todos debemos ser presuntos, oiga. Talibanes y talibanas presuntos y presuntas. Por cojones. Para hacer esta muralla juntemos todas las manos, los subsaharianos sus manos subsaharianas, los talibanes sus blancas manos. Etcétera.

Así que ya saben. Presunto talibán. Una guindita más para el pavo. Además, como todo cristo sabe, en Afganistán no hay guerra, sino presunta situación humanitaria, aunque incómoda, donde se disparan presuntas balas y se ponen presuntas minas y se tiran presuntas bombas. Allí, cuando a un blindado con la bandera del toro de Osborne le pegan un cebollazo o se cae un helicóptero, no se trata de acción de guerra, sencillamente porque ni hay guerra ni niño muerto que valga. Lo que hay es una coyuntura de paz presuntamente jodida, donde nuestros voluntarios para poner tiritas las pasan un poco putas, eso sí, porque no todos los afganos se dejan poner vacunas de la polio ni dar biberones de buen talante, y porque nuestra maravillosa democracia occidental a la española, los estatutos de la nación plurinacional, las listas de Batasuna, la memoria histórica y demás parafernalia se gestionan allí por vías más elementales. A un afgano le cuentas lo de De Juana Chaos y su presunta novia, y es que no echa gota.

En el presunto Afganistán tampoco hay guerrilleros, por Dios. Decir guerrillero tiene connotaciones bélicas, reaccionarias, con tufillo a pasado franquista. Lo que hay son presuntos incontrolados que presuntamente dan por el presunto saco. Nada grave. Por eso cuando allí a un presunto soldado de la presunta España una presunta mina le vuela los huevos –o le vuela el chichi, seamos paritarios– nuestro ministro de Defensa no le concede medallas de las que se dan a quienes palman en combate, que eso de combatir es cosa de marines americanos y de nazis, sino medallas para lamentables accidentes propios de misiones humanitarias y entrañables. Que para eso salen en los anuncios de la tele modelos y modelas buenísimos vestidos de camuflaje pero sin escopeta, diciendo: si quieres ser útil a la Humanidad y trabajar por el buen rollito y la felicidad de los pueblos, y dar besos metiendo la lengua hasta dentro, colega, hazte soldado y ven a Afganistán a repartir aspirinas, que te vas a partir el culo de risa.
Presunto talibán, oigan. Hace falta ser gilipollas.











"… Porque cuentan los escoceses que, después de gastarse otros 650 kilos en rehabilitar el barco, cuando quisieron completarlo comprando también el mascarón de proa, que está en una base naval de El Ferrol, la patriótica respuesta española fue: «Se lo llevarán ustedes cuando el Reino Unido nos devuelva Gibraltar». Con un par de huevos. Y es que ya se sabe. En el Ministerio de Defensa y en la Armada, más valen mascarones sin barcos, que barcos sin honra. "
Nos siguen hundiendo barcos - 12 de diciembre de 1999






Gracias Arturo y Salva


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