“El capitán Alatriste en Italia”

 

'El puente de los asesinos' es la nueva entrega de las aventuras del capitán Alatriste

Artículos | 15/11/2011 - 23:59h

 Sergio Vila - Sanjuán

 

 

'El puente de los asesinos', nueva entrega de las aventuras de Alatriste, lleva al capitán y a Iñigo Balboa hasta Venecia, donde la monarquía española intenta transformar los equilibrios de poder de la Serenísima República. Reencuentro con unos espacios olvidados de la cultura hispánica.

 

Cada generación necesita a algunas figuras clave capaces de reinterpretar y poner al día las tradiciones y los hilos de continuidad culturales que de otro modo podían pasar fácilmente al olvido o al desuso. Este tipo de personajes son imprescindibles para recordar una obviedad, que el presente no parte de la nada sino que tiene pendiendo sobre él todo el peso, pero también la enriquecedora gravitación del pasado. Incluso cuando su vocación es divulgadora, a veces se ven obligados a trabajar en una clave minoritaria. Pero, de vez en cuando, alguno de estos mediadores tiene el raro talento de conseguir que su relectura cobre la bastante vivacidad y fuerza como para llegar a un público muy amplio.

 

Arturo Pérez-Reverte es uno de ellos. Desde sus inicios como novelista supo insuflar nueva vida a items culturales que parecían totalmente fuera de juego en la España con aspiraciones postmodernas de los años 80 y 90. Cuestiones como la narrativa de capa y espada, la ética del duelo, la bibliofilia, la estética vaticana (lo hizo en La piel del tambor, sacándole varios años de ventaja a Dan Brown), o el sentido –homérico– de la aventura nautica...

 

Por lo que a su personaje más famoso se refiere, el capitán Alatriste, es un tópico decir que Pérez-Reverte, como Pérez Galdós, ha conseguido convertir la historia española en ductil materia narrativa. Podemos compartir en mayor o menor medida su visión desencantada y a menudo melancólica de esta historia; lo cierto es que en un país sin memoria, como ha apuntado Francisco Rico, nunca se le agradecerá bastante el haber hecho entrar con su serie a tantos lectores en el Siglo de Oro español, "a través de unas narraciones fascinantes y por la fascinación que sus héroes producen".

 

En su última entrega apunta de nuevo a un espacio histórico y cultural que había quedado muy fuera de juego. Las extensas posesiones españolas en la Italia de los siglos XVI y XVII fueron un mito para los autores del primer franquismo. Luys Santamarina dedicó al Gran Capitán su biografía Italia, mi ventura, mientras Juan Ramón Masoliver, Eugenio Montes o Sánchez Mazas rivalizaban en cuidadas crónicas cargadas de pasado imperial. Pero como toda la retórica imperialista del franquismo, este momento italiano quedó contaminado e intocado durante decenios a la espera de historiadores que lo replantearan en claves digeribles para nuestro tiempo. Como finalmente han hecho en los últimos años José Enrique Ruiz-Domènec en su nueva biografía de Gonzalo Fernández de Cordoba (publicada por Península), o Thomas James Dandelet en su estudio de La Roma española. (publicado por Crítica).

 

En este nuevo espacio mental, ya descontaminado de nostalgias imperiales, se sitúa El puente de los asesinos (Alfaguara), un Alatriste napolitano y veneciano, por el que se mueven, entre otros, personajes reales como Francisco de Quevedo y Diego de Saavedra Fajardo entre un torbellino de mercenarios, prostitutas, truhanes y diplomáticos. Da gusto volver a la Italia española de la mano de Pérez-Reverte: sin duda era un reencuentro necesario.