“Para ser un héroe tienes que estar cansado”

 

Arturo Pérez Reverte, NOVELISTA Y ACADÉMICO:

 

El capitán Alatriste, la mayor contribución de la novela de aventuras a las letras españolas, cumple 15 años. El padre de la criatura, Arturo Pérez-Reverte, llega a la cita con 'El puente de los asesinos' (Alfaguara), séptima entrega de las pendencias del soldado de fortuna

 

ELENA HEVIA 31/10/2011

 

Si el diálogo con Arturo Pérez-Reverte fuera un combate de esgrima, el contrincante lo tendría difícil para medirse con él porque el antiguo reportero de guerra que ha visto "el horror de verdad" tiene la estocada presta, el genio puntilloso y deja poco resquicio para hincar la crítica. Por suerte, esto es tan solo una entrevista y el autor de El pintor de batallas y académico de la lengua solo viene armado de apasionamiento.

 

 

--Quince años después de trajinar con Alatriste ¿qué sentimientos guarda hacia el capitán?

--Me he dado cuenta de algo muy curioso, que nos estamos influyendo mutuamente. Yo empecé a escribir sus aventuras hace 15 años, cuando yo tenía 45. El mes que viene cumpliré 60. Así que he envejecido, al igual que mi mirada, y él está bajo el influjo de mi cansancio. Escribiendo su historia me veo a mí mismo, en actitudes, silencios y gestos.

 

--¿Casan bien heroísmo y cansancio?

--Todos los héroes que he conocido, y he conocido a muchos, estaban cansados. Para ser un héroe tienes que estar cansado. Ni Aquiles ni Héctor son personajes heroicos, el único héroe de verdad es Ulises porque ha vuelto de Troya. Todo héroe tiene una Troya ardiendo a la espalda.

 

--A usted no le faltan troyas.

--Yo estoy contando cosas de verdad. Escribo con dolor, con violencia, con horror. He conocido alastristes, y mi personaje solo es el resultado de un montón de alatristes de la vida real y también de mí mismo.

 

--Si no hubiera sido reportero ¿existiría Alastriste? ¿Esa fue su épica?

--Me he pasado 21 años en territorios incómodos. No hay idea de bandera, de nación, de demagógico buenismo que sobreviva a eso. En la vida eso te produce una pérdida de inocencia devastadora. Cuando tenía 15 años la épica me seducía, como a todos los chicos, pero hoy me produce retortijones. Otra cosa es que cuando el despojo de la épica deja al hombre desnudo de ideas, de fe y de banderas, ese hombre reúna los restos del naufragio y se construya con ellos una barca para sobrevivir.

 

 

--Pero algo de esa pasión adolescente permanece en sus libros, no lo niegue.

--Lo niego. Alatriste no tiene nada de adolescente.

 

--¿Y nada que ver con el capitán Trueno?

--Ese es otro capitán. Alatriste expresa una visión amarga y documentadísima de la España del siglo de oro. Yo quise hacer un libro de aventuras como los que me gustaban pero, sin poderlo evitar, me salió esa visión de España descarnada que algún imbécil ha dicho que es un canto patriotero a la España imperial.

 

--¿Y no lo es?

--En absoluto. A mí se me acercan hombres y mujeres para decirme: "Alatriste soy yo".

 

--¿También mujeres? Parece raro.

--Creo que cualquier mujer puede reflejarse en Alatriste. La amargura de la lucidez es una característica más femenina que masculina. Ser mujer y lúcida es una cabronada porque así se percibe la trampa en la que una mujer se ve metida hoy día en el mundo moderno. No te permiten dejar de ser lo que has sido durante tantos años y te exigen que seas lo que no has sido nunca. Le asombraría ver la cantidad de mujeres que me mandan cartas.

 

 --¿Se sigue considerando más artesano que artista?

--Yo supongo que algo tendré de artista, pero de lo que estoy orgulloso es de mi parte artesana.

 

--¿Se siente vengado cuando la crítica jalea las maneras estilo siglo XIX de Jonathan Franzen?

--Cualquier novela bien hecha que transcurra por los cauces que marcó la gran novela del siglo XIX será importante.

 

--¿Por qué es tan celoso de su vida íntima?

--Hay cosas más interesantes que el yo literario. De todas formas considero que El húsar es mi gran novela del yo y mi madre suele decirme que Lucas Corso, el bibliófilo de El club Dumas , soy yo con gabardina.

 

 --No acepta preguntas sobre su familia, e incluso lleva ese celo a su barco.

--Mi barco es mi familia. Bueno no quiero que se difunda el nombre de mi barco porque los barcos llevan radio y me gusta pasar desapercibido.

 

--Y además no deja que se suba cualquiera.

--Sí, una vez unos periodistas alemanes quisieron navegar conmigo y para hacerlo alquilé un velero.

 

--¿Qué le ha aportado la Real Academia?

--Responsabilidad con respecto a la lengua. Darte cuenta de que el español de España es solo el 10% y que somos un poco o un mucho arrogantes creyendo que tenemos la palabra mágica. El español de verdad es el que se está librando en la frontera de Estados Unidos sin vergüenza de adaptar anglicismos o de retorcerse en complejos vericuetos. Además, en España los únicos que innovan son los jóvenes y los delincuentes.

 

--Y en ese templo de tranquilidad que es la RAE, ¿usted limpia y fija con la misma fogosidad?

--Allí hay teóricos y creadores con intereses que no coinciden, pero juntos establecemos una tensión interesante. Entre los lingüistas y los escritores, como Vargas Llosa, Marías o Pombo, hay discusiones no siempre pacíficas pero sí caballerescas. Y algunos, como Marías y yo, nos negamos a aceptar las reglas de la nueva ortografía. Soy un académico un poco más puñetero que la media y me gustaría que en la Academia hubiera menos cobardía, en el sentido amable del término.

 

 --Alardea de no tener camarillas literarias, pero sí un grupo muy bien constituido de amigos.

--Javier Marías, Francisco Rico o Juan Eslava Galán no son una camarilla. Son amigos pese a ser escritores. En 'El puente de los asesinos' he incluido como personaje a Paco Vázquez, que fue alcalde de La Coruña y embajador en el Vaticano.

 

--Ahora ya no incluye a sus enemigos entre los adversarios del capitán.

--No, ya no lo hago.

 

--Como ahora todos los críticos le tratan bien...

--No es eso. Me di cuenta de que así los inmortalizaba y no quiero eso.

 

--Usted ha tenido sus discrepancias con las nuevas tecnologías, pero los últimos tiempos se ha revelado forofo del Twitter.

--Twitter es bueno para mí. Yo no escribo para decir que estoy tomando una copa con una chica guapa en un bar o que me he cruzado por la calle con Mariano Rajoy. Recibo un volumen de correspondencia enorme por parte de los lectores y Twitter me sirve para corresponder a esa atención. En tres horas puedo contestar más de 50 o 60 mensajes y me quita remordimientos.

 

--Pero ha vertido opiniones muy contundentes. Su 'un perfecto mierda' a Moratinos hizo historia y provocó no pocas burlas. ¿No se arrepiente?

--Pues la verdad es que me importa un carajo. Después he hecho otros comentarios de igual calado y no han tenido la misma repercusión. Me parece un disparate y una perversión que haya periódicos que hagan titulares con lo que se dice en el Twitter.