“En la dignidad de Cervantes está su memoria de soldado”

 

Jueves, 8 de febrero de 2007

 

El creador del Capitán Alatriste habló en la Universidad del tiempo de las galeras

 

Pérez-Reverte, que creció «entre gallegos» en Cartagena, reiteró ante el público que abarrotaba el salón de actos del Campus su pasión por el Quijote, ese libro que «evolucionó con sus lectores»

 

Ramón Loureiro / Ferrol)

 

Es uno de los escritores más leídos de las literaturas europeas contemporáneas. El creador de ese Capitán Alatriste -capitán sólo de apodo, lo que hace que la génesis del personaje sea aún más bella- ahora llevado al cine en una película en la que a Viggo Mortensen, a su alter ego, ni siguiera el Conde Duque de Olivares le pone algo de miedo. Pero además, entre tantas otras cosas -y el periodismo es una de ellas-, Arturo Pérez-Reverte es un devoto lector, también él, de los clásicos españoles.

 

Incluso de clásicos menores, miren. Como aquel Cristóbal de Virués, soldado y poeta, que recordaba con tanta nostalgia en sus versos aquellos tiempos bravos de «entrar y salir de la galera», de «matar y pagar la muerte luego» (ustedes sabrán disculpar si la cita, de memoria, no es correcta). Pero en especial, naturalmente, de los clásicos mayores, como Cervantes, el más grande de todos cuantos clásicos fueron y siguen siendo y serán para siempre. Un clásico con todas las letras, don Miguel, sí señor. También soldado y también poeta y también nostálgico de una juventud que seguramente jamás fue como el quiso soñar que fuera. El veterano de Lepanto, sí, el que escribió un libro, el Quijote, capaz -y las palabras son del propio Pérez Reverte- de ir cambiando, a lo largo del tiempo, con quienes se acercaron a sus páginas, con cuantos lo leyeron.

 

Los libros diferentes

 

Decía ayer el autor de Corsarios de Levante , minutos antes de pronunciar en el Campus Universitario de Esteiro una conferencia que abarrotó el salón de actos del Vicerrectorado -fueron muchos los que, por falta de espacio, tuvieron que quedarse fuera-, que el Quijote «evolucionó con sus lectores» y que por eso en cada hora de la historia es un libro diferente. Y decía, además, que «en la dignidad de Cervantes está su memoria de soldado», la invocación de sus recuerdos.

 

Pérez-Reverte, que confiesa regresar al Quijote constantemente -también Faulkner lo hacía, lo leía una vez y otra, y después volvía a leerlo, uno aquí no se resiste a repetirlo de nuevo-, habla con verdadero devoción de un libro «deliberadamente ambiguo» y de un escritor «lleno de ángulos, memorias y rencores», de un viejo soldado al que le salía «un humor triste» mientras escribía, y que «no pretendía hacer la novela que hizo», sino únicamente redimirse del fracaso, que es como decir buscar algo de consuelo.

 

Invitado por la Cátedra Jorge Juan, Pérez-Reverte vino a Ferrol y se encontró «con muchos amigos del colegio, que hoy son marinos». Entre quienes nacieron o crecieron en Ferrol, Cádiz y Cartagena, existe, dice él, una «hermandad» en la que la historia de los barcos de la Armada y de quienes navegaron en ellos también está muy presente. «Por Ferrol han pasado los marinos más ilustres», recalca el novelista, que reivindica la necesidad de no olvidar la historia para poder seguir «sabiendo dónde estamos».

 

Contra la manipulación

 

«Sin historia estamos en manos de los manipuladores», subraya, aunque casi al mismo tiempo añade que «mirar hacia atrás buscando modelos es malo». Y eso porque el pasado, sostiene Pérez-Reverte, «no puede mirarse con los ojos de hoy», sino que imprescindiblemente ha de verse con los de aquel tiempo en el que los sucesos ocurrieron. Su Capitán Alatriste, admite el escritor, pertenece a un mundo que ya no existe. Pero también es un intento de mirar, a través de la literatura, «ese siglo XVII tan distinto del presente». Y de verlo no con nuestros propios ojos, sino a través de los ojos de quienes vivieron todo aquello. Sostiene que en estos tiempos de hoy, tiempos también difíciles, buscamos a veces, para los interrogantes que nos rodean, una luz que no encontramos... porque todavía ignoramos que es en los mejores libros donde esa luz nos espera. Y lamenta mucho que «Occidente no haya aprendido nada de la historia», de una historia necesariamente «mestiza» que dejó grabadas en el Siglo de Oro, cuando el Mediterráneo era una aventura, más de una clave que también ayudaría a entenderla. «¡Seguimos en el callejón oscuro...!», lamentaba anoche el escritor, camino de su conferencia. «Pero la respuesta -afirma Pérez-Reverte- está en las bibliotecas».