“Pérez-Reverte revive en el Canal de Isabel II la trágica jornada del Dos de Mayo”

 

Sábado, 26 de Abril de 2008

 

TULIO DEMICHELI. MADRID

 

Cuando Arturo Pérez-Reverte se pone a concebir una historia, no se anda con gaitas. Así fue como periodista: sencillo y directo, acostumbrado a batirse el cobre en medio de guerras y revoluciones para transmitir lo mejor y lo peor del género humano con austera empatía. Así lo hace también ahora —abandonada su primera profesión hace muchos años— cuando sienta a los lectores a su lado para que acompañen a los protagonistas de sus novelas, cuyo héroe más señalado, el capitán Alatriste, seguramente ya figura entre clásicos como D'Artagnan. Lenguaje directo y sencillo, prosa eficaz sin acompañamiento de campanillas. Prosa que ha llegado a la Real Academia Española.

Pues bien, directo y sencillo es el lenguaje que ha inventado para contarnos la historia del Dos de Mayo no sólo en su última novela, sino en esta exposición que abre hoy sus puertas al público en Arte Canal y que ha sido patrocinada por la Comunidad de Madrid y el Canal de Isabel II.

 

No esperen los visitantes una hueca retórica nacionalista, que él detesta, ni un recorrido culturalista, pues la lección de historia que los pasajeros del tiempo van a recibir —y que ha sido asesorada por los historiadores José Manuel Guerrero Acosta (militar), Jesús María Alía y Gala Lázaro Mur (Arte)— se asienta en la vida misma de sus protagonistas: el pueblo llano, los soldados, aquella Corte y claro, las tropas y los mandos del ejército de Napoleón.

 

Por eso ha planteado su desarrollo como una apuesta expositiva de corte audiovisual en la que se combina lo clásico con las técnicas de las que hoy se sirve el cine. No en vano el diseño ha estado a cargo de Félix Murcia, uno de los grandes directores de arte, premio Nacional de Cinematografía en 1999. Y el diseño gráfico, al de Manuel Estrada, una de sus figuras más señaladas. Pues además de importantes piezas cedidas por museos españoles y franceses: uniformes, trajes nobiliarios y vestimentas populares, objetos de la vida cotidiana, así como armas y otros testimonios documentales, cada ámbito se desarrolla entre propuestas audiovisuales, como lo son los numerosos «panoramas» animados por proyecciones cinematográficas y recreaciones escénicas que ilustran el ambiente, los combates y también momentos particulares de orden histórico.

 

Y así, desde que el visitante se planta en la entrada —un gran cubo dentro del que se proyecta un audiviosual de última tecnología (una proyección cúbica de cinco caras: las cuatro paredes y el techo que dura unos cinco minutos)—, la exposición le sacude ya con su «Prólogo» para transportarle psicológicamente al comienzo mismo de aquella trágica jornada de pólvora y sangre, en la que se presentaron lo sublime y lo siniestro del alma, así la cara y la cruz del heroísmo. A partir de ahí, comienza el recorrido cronológico.

1. Los antecedentes. En su primer ámbito, la exposición nos pone al tanto de las circunstancias históricas que provocaron aquel estallido de ira popular. Carlos IV y Godoy autorizaron el paso de las tropas imperiales por la Península para repartirse Portugal. Sin embargo, cada vez más franceses se han ido asentando en puntos neurálgicos del territorio nacional y, cada vez, se ve más clara la intención de Napoleón de destronar a la Dinastía de los Borbones para sustituirla por la suya propia entronizando o a su hermano Luis o a su hermano José. Además, las tropas invasoras muestran un comportamiento despreciable, provocando numerosos conflictos y atropellando a los españoles.

 

2. La insurrección. Todo presagia la rebelión cuando además de haber convocado en Bayona a Carlos IV y a Fernando VII, los franceses pretenden llevarse al Infante Don Francisco de Paula, de 14 años. Entonces la chispa se enciende y el pueblo llano, que se ha ido congregando junto al Palacio Real, intenta impedirlo. La respuesta no tarda en llegar cuando el general Lagrange bate con sangrienta brutalidad a los manifestantes que se dispersan por el centro de la capital.

Dos «panoramas» acompañan este espacio del recorrido. El primero está basado en dos grabados, uno de la serie «El 2 de Mayo» de Tomás López Eguídanos; y el otro, anónimo, titulado «Puerta del Sol de Madrid 1848», que intentan reproducir aquellos primeros sucesos reconstruyendo el escenario. El segundo panorama está dedicado al primer combate y el audiovisual nos une a las partidas ciudadanas que combatieron a los franceses en las callejuelas del centro madrileño.

 

3. La ofensiva francesa. El mariscal Murat dicta las órdenes necesarias para acabar como sea con el motín. Un panorama nos muestra al comandante de las fuerzas de ocupación con su estado mayor, en el despacho que ocupaba en el palacio Grimaldi, donde el duque de Berg se alojaba.

 

4. La guerrilla urbana. Fueron muchos los focos de lucha en el centro de la ciudad. Los madrileños se enfrentaban con los franceses con desigual armamento, frente a los fusiles y sables del ejército más poderoso de Europa, ellos opusieron macetas, navajas, tejas, agua hirviendo. Diversos panormas recrean la muerte de la legendaria Manuela Malasaña (a partir de cuadros de Álvarez Dumont y Meissonier); y los combates en la Puerta del Sol, cuando se produjo la carga de los mamelucos, recreada por Goya.

 

5. El último reducto. A las dos de la tarde la revuelta había sido sofocada en todo Madrid excepto en el Parque de Artillería de Monteleón, donde los capitanes Daoíz y Velarde, el teniente Ruiz, unas decenas de soldados y Voluntarios del Estado, y varias partidas ciudadanas dieron su vida. Los diseñadores han recreado aquellas escenas en dos panoramas, uno dedicado al combate, y otro al velatorio de los capitanes muertos, siempre a partir de referentes artísticos, como lo son Sorolla, Castellanos, López Egúidanos y el cineasta César Fernández Ardavin.

 

6. Paisaje después de la batalla. A pesar de que las autoridades españolas creían haber convencido a Murat de que no se vengara de Madrid con crueles represalias y diezmas, lo cierto es que la represión fue feroz. Varios panoramas no sólo recorren los lugares donde los patriotas detenidos fueron fusilados a partir de las 4 de la tarde del día 2 y hasta la madrugada del 3, sino también los «tristes presentimientos de lo que ha de acontecer» que inauguran los «Desastres de la guerra» de Goya.

 

7. La memoria. La exposición concluye con un memorial dedicado a las víctimas de aquella trágica y capital jornada de nuestra historia.