“Los héroes cansados de Reverte”

 

Sábado, 1 de diciembre de 2007

 

El escritor Arturo Pérez Reverte describió la forma en que construye a sus personajes. Ya no cree en jóvenes de corazón puro para liderar sus épicas. Solo entiende a aquellos que se van con “las uñas llenas de sangre”.

 

ENVIADO EN GUADALAJARA, MÉXICO Óscar Martínez

 

Tras escuchar durante dos horas al escritor español Arturo Pérez Reverte se sabe una cosa: él es como sus héroes. Sin corazón puro, cansado, sin patria, sin fe, sin dioses, con muertos en la cabeza y consciente de que se apagará. El creador del Capitán Alatriste y sus aventuras llegó el jueves a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. No llegó a anunciar nada, adelantó apenas: “En marzo de 2008 empezaré a escribir una nueva novela, y empezarán dos años de trabajo”.

 

Llegó a desvelar los secretos de sus héroes, de sus obras y de lo que lo mantiene en pie como escritor.

 

Quedó claro que no se puede entender a este hombre con maneras de noble sin aquello que él evoca una y otra y otra vez: como periodista. Durante 21 años cubrió guerras en Europa, Centroamérica y África: 15 guerras.

 

De ahí, asegura, surge la conformación de los héroes de sus obras, del héroe que lo es sin haber ganado. “Hay lugares a los que no se va impunemente, y se vuelve como Ulises de Troya, con caras de mujeres y niños en la memoria, mujeres y niños que te ven”, prologó la descripción que vino luego, la de sus dudosos adalides.

 

“Es que hay dos tipos de héroes —delineó el escritor—: el joven de corazón puro, el que combate por un dios y una patria, pero también está el superviviente, que no muere en Troya, sino que se va con sangre en las uñas y llamándose nadie. Solo ese héroe me interesa, el héroe cansado. Conozco muy bien el corazón de ese, que despojado de ilusiones crea unos códigos para guardar su dignidad.”

 

Reverte hizo esa tarde lo que un lector agudo debería hacer al terminar de leer los seis libros sobre las aventuras del Capitán Alatriste. El párrafo anterior es la sinopsis del personaje que lo hizo famoso: un soldado español del siglo XVII que desde los 13 años se la vive de guerra en guerra, ganando reputación que luego pierde, para recalar en Madrid y trabajar como espadachín a sueldo.

 

Aunque Reverte no lo acepta del todo, Alatriste se parece mucho a un espejo de él, o al menos de parte de su vida. “Yo he sido un mercenario, un hijueputa a sueldo”, se definió en su época de periodista de guerra.

 

Si sus héroes no inspiran esperanzas rosas, su visión de la vida tampoco. Ni de la suya ni de la de nadie.

 

“Yo no tengo una meta como escritor, no aspiro a escribir nada definitivo. Escribir es viajar, y yo soy un cazador. Es una forma de amueblarse el camino y quitarse dolores”, definió sus jornadas de escritura, que suelen ser de al menos un año por novela.

 

Por si no fue claro, remató: “Es que en realidad, nos vamos a morir. Ella se va a ir. Eso lo vas a perder. Todo lo tenemos en depósito. La lucidez es un virus que se adquiere en un momento y no te abandona. Este es un territorio peligroso, y hay que aprender a apagarse. He visto a mujeres ser violadas y gritar, he visto matar a prisioneros. Me gustaría que Dios existiera solo para pedirle explicaciones, para decirle: ‘¿De qué vas?’ Yo me he sentado a ver gente morir para aprender a apagarme”.

 

Si alguien quiere rascar un rayo de esperanza en el discurso de Reverte lo puede hacer. No al estilo “supérate” de Paulo Coelho, pero sí un rayo. “Todo esto es jodido, pero bueno —explicó al final—. Eso te lleva a no aplazar cosas. Me gustan los que viven así, que queman la vela por los dos extremos. En el fondo, sería terrible vivir eternamente.”

 

 

Reverte empezó como periodista. Continuó como novelista e incluso escribió los guiones de algunas de las adaptaciones al cine de sus obras.

Desde los 22 años, este hombre de 56 cubrió guerras para la Televisión Española.

 

La guerra que más lo marcó fue en África, en Eritrea, donde tuvo que pasar varios meses con los guerrilleros, sin saber dónde estaba.

 

También puso las imágenes de la guerra de El Salvador y Nicaragua en las televisiones de miles de españoles.

 

Ha publicado 19 novelas en 11 años: de 1986 a 2007, y en marzo de 2008 empezará una nueva. “Aún se debaten tres historias en mi cabeza”, explicó.

 

Ocho novelas suyas han sido adaptadas al cine, y el otro año se estrenará la película de su novela “La reina del sur”.