“ 'El asedio', un gran retablo de la condición humana”

 

Viernes, 26 de marzo de 2010

 

 

 

por Daniel Heredia / Cádiz

 

 

 

 

 

 

Alfaguara ha vendido ya 100.000 ejemplares de la nueva novela de Pérez-Reverte, 700 páginas ambientadas en el Cádiz de 1811 y 1812

 

Si la obra de Arturo Pérez-Reverte se presenta a cada paso como fiel a sí misma, escrita con dosis idénticas de exactitud y solvencia técnica, de vehemencia y de lucidez, El asedio riza el rizo de esa norma revertiana de entretener, hacer reflexionar y enganchar a los lectores con una literatura de calidad. Una novela contemporánea -y no histórica- sobre el sitio de Cádiz por los franceses en 1811 y 1812 que culmina el trabajo de un universo narrativo de innegable atractivo y que remata de modo ambicioso un gran ciclo comenzado con El húsar (1986) y continuado hasta El pintor de batallas (2006).

 

Su nueva novela tiene una madurez asombrosa que parece plausible en la articulación meticulosa de la estructura, un montaje sin resquicios donde un elenco de personajes diversos (Lolita Palma, Rogelio Tizón, Gregorio Fumagal, Simón Desfosseux, Pepe Lobo, Felipe Mojarra) es el verdadero protagonista de esta novela coral, y que, en su conjunto, compone un retablo representativo de la sociedad de la época. Este libro ayuda a entender la complejidad de lo sucedido durante esos meses, producto de un tiempo convulso y lejano pero que, paradójicamente, se revela muy próximo y cercano. Es también un canto de amor a la Bahía de Cádiz.

 

No estamos, pues, ante una novela horizontal, que progrese linealmente. El asedio es una novela de corte vertical en la que, aunque se cuentan muchas cosas, predomina el movimiento interior, la visión de unos personajes y unas conciencias que saben que su mundo -como el nuestro- se está acabando, dando paso a otro diferente. Una estructura polifónica que no pretende transmitir ninguna verdad pero permite escuchar la condición humana.

 

Y lo hace, como siempre, marca de la casa, con una minuciosa exactitud documental que raya lo obsesivo e introduciendo muchos géneros -policíaco, de amor folletinesco, de misterio, científico, de aventuras- en una sola novela. Y como en toda su amplia obra, donde ha desarrollado en mayor o menor grado sus ideales, este mecanismo funciona en virtud del empleo de un cuidadoso trabajo del tono justo, obtenido, una vez más, con sentido del juego, a través de un estilo limpio, sencillo y sugerente: clásico, en definitiva.

 

Pérez-Reverte demuestra que ha escrito una de sus mejores novelas -con visos de convertirse en la gran obra sobre Cádiz- porque su brillante complejidad, esa particular mirada sobre el mundo y unos personajes dotados de potente fuerza narrativa, son méritos que deben ponerse a cuenta de un talento no demasiado común. El asedio constituye así la culminación del progreso de un novelista, ese libro en el que se resumen y estallan en plenitud todos sus libros anteriores.