“Sin libros estamos perdidos, somos borregos camino del matadero”

 

Jueves, 12 de marzo de 2015

 

Paula Arenas - 20minutos.es - 12/03/2015

 

La inteligencia, marca de la mirada de este periodista escritor y académico, es en su última novela tan protagonista como la bondad que no en vano se lleva el 50% del título: 'Hombres buenos' (Alfaguara). Dos académicos españoles viajan a Francia para traer a una España analfabeta e inculta (y no por elección como hoy) en el siglo que aquí nunca fue de las Luces 'L'Enciclopédie'. Dos ejemplos de lo que la bondad debería ser: valentía y heroicidad, y no esa simplista asociación que iguala la bondad a la tontería.

 

ARTURO2-e1408725339182.jpgLa inexplicable asociación 'buenitonto' queda rota (ojalá que para siempre) en las casi 600 páginas de la recién publicada obra de Arturo Pérez-Reverte. Tan rota como presente deja la necesidad de cultura, educación y libros. De hecho, si algo es esta novela es una reivindicación de los libros como aquello que hace y ha hecho avanzar el mundo.

 

-¿Cómo es un hombre bueno?

-Un hombre bueno es aquel que es lo bastante heroico como para hacer sacrificios por sus conciudadanos, amigos, gente que quiere... En España a los hombres buenos solemos fusilarlos o vilipendiarlos

 

-Qué pocos hay, ¿no?

-Los hay y siempre los ha habido. Ésa es la lección moral: que siempre los hubo y que aún los hay. Lo que pasa es que en España a los hombres buenos solemos fusilarlos o vilipendiarlos.

 

-Hasta que se mueren...

-Sí, cuando se mueren a algunos los recuperamos a veces y les hacemos homenajes. Yo he conocido hombres buenos y aún conozco. Cuando lees la historia de España, que está llena de vilezas y deslealtades, ves que siempre ha habido hombres buenos. Por eso en esta novela dos hombres buenos, en el siglo XVIII, cuando todavía todo era posible, intentaron mejorar España con libros.

 

-Cuando todavía era posible. ¿Ya no lo es?

-Es posible, pero en el XVIII España era un país analfabeto por siglos de trono y altar que nos habían llevado a ese calabozo. La gente no tenía capacidad intelectual para enfrentarse, no tenía medios para acceder a ella. Hacían falta hombres buenos que tiraran de los demás. Ahora es distinto: existe televisión, Internet, prensa, la educación es obligatoria, así que quien es analfabeto hoy es porque quiere, quien ve 'Sálvame' en vez de 'Salvados' es porque quiere, nadie le obliga, ahora es voluntario. Entonces uno esperaba que la gente cambiara y ahora vemos que la gente es deliberadamente analfabeta. Pero incluso ahora hay gente buena con ese sentido intelectual heroico de la vida que intenta abrir las ventanas aunque sepa que es imposible o muy difícil.

 

-Había posibilidad de hacerlo porque España era un país "sin hacer", y ahora ya está viciado.

-Sí. La lección de este libro es: una aventura de cultura y amistad, en la que las palabras cultura, lealtad y amistad son analgésicos y herramientas de futuro. Dos personas completamente diferentes pueden gracias a la cultura crear entre ellos un lazo muy fuerte.

 

-Y gracias a la tolerancia también, ¿no?

-Es que la verdadera inteligencia trae implícita la tolerancia. En España hemos confundido la inteligencia con el fanatismo, creemos que quien grita más alto tiene razón. No tenemos adversarios sino enemigos, y cuando se le vence no se le convence sino que se le extermina o exilia. Esa necesidad de que no haya un lugar común es muy española y sigue siendo nuestro freno. Es muy triste ver que hay quien necesita enemigos para justificarse.

 

-Y también que se olvide o se niegue el valor de los libros en el avance del mundo.

-Es que son los libros los que han hecho avanzar el mundo, por eso es tan triste ver cómo desaparecen de la vida cotidiana. A medida que el hombre moderno se va despojando de libros para entender va convirtiéndose en peor persona, en víctima de los canallas que manipulan. Sin libros somos borregos camino del matadero, estamos perdidos sin ellos. Los libros no son sólo compañía y consuelo, son mucho más. El libro casi como clave de reconocimiento: somos de los que leen, somos hermanos.

 

-¿Imagina que en vez de sobre tele se hablara de libros? ¿Es posible?

-No sé, no lo creo.

 

-¿Alguna voz lúcida actual que pueda citar?

-Sí, pero no quiero citarlos. Las hay, y no son políticas, son intelectuales. Lo que pasa es que no se las escucha y se las intenta etiquetar. En España en cuanto aparece un intelectual de peso, se busca a quién vota. Necesitan una adscripción porque tenemos ese institinto del bando, necesitamos saber si es de los míos o no para defenderlo o atacarlo.

 

-Y en esas etiquetas, ¿la religión sigue teniendo tanto peso?

-No tanto como en el XVIII, claro. Documentándome para este libro en cada página me tropezaba con un continuo muro con el que tropezó la inteligencia en España. Por eso en Inglaterra y Francia tuvieron grandes pensadores y nosotros no, porque en cuanto salías de la mediocridad prudente te machacaba la iglesia. El daño de la iglesia en nuestro desarrollo intelectual fue incalculable. Ahora lo hace entre sus fieles, pero ahora ya cada cual que haga lo que quiera. Lo que no consiento es que el obispo de turno me diga cómo vestir o cómo parir. A veces les asoman los viejos métodos, y por eso es bueno que la sociedad los acalle. La verdadera inteligencia trae implícita la tolerancia

 

-¿Ahora nos hemos igualado con estos países que sí tuvieron Luces?

-Sí, tenemos pensadores y científicos de una gran altura. Pero han sido tantos los estragos de trono y altar, las guerras... Todavía tenemos las mutilaciones. Es un milagro que hayamos sobrevivido.

 

-¿Le molesta la asociación de hombre bueno con hombre tonto?

-Lo triste es que hemos llegado a una degradación intelectual tal que ser bueno es ser tonto.

 

-¿Y ser malo, cómo es?

-Los malos son los oportunistas, los cobardes. Lo peor es ser cobarde, peor que malo es ser cobarde, porque con el malo, si es inteligente, puedes negociar o entenderte. Pero el cobarde, la rata temerosa de alcantarilla que no se atreve, que está esperando para aplaudir al que gane y apuñalar al que ha caído, es el peor. En España siempre son los que más daño han hecho.

 

-¿Es su momento dorado?

-Sí, las crisis son siempre los momentos de gloria de los cobardes oportunistas. No hablo del que tiene miedo, hablo del que nunca se atreve hasta que sabe quién ha ganado y quién ha perdido. Mira ahora todos los que se están cambiando de partido, es un ejemplo de lo que es España. Las ratas que abandonan el barco para ir a otros barquitos que floten mejor.

 

-¿Qué dos académicos actuales pondría en ese papel?

-Más de dos. Esta obra es también un homenaje a la Academia. Yo era un reportero de mochila, y estos hombres buenos me acogieron.

 

-¿Con quién haría el viaje de sus protagonistas?

-Pienso en Javier Marías y yo haciéndolo, lo pasaríamos muy bien. Y también con José Manuel Sánchez Ron. Son dos hombres buenos.

 

-¿Desde cuándo está esta historia en su cabeza?

-Cuando vi en la biblioteca de la Academia la Enciclopedia. Vi la fecha en que había llegado: estaba prohibida en España. Ahí surge. Las novelas se cuecen despacio. Vivo con varias novelas en la cabeza hasta que una gana a las otras.

 

-¿Llega a empezar varias?

-No, pero paso tiempo coqueteando con muchas, es como muchas chicas guapas: coqueteas hasta ver cuál de ellas.